La jornada del martes Tele Prusés se centró en un par de temas con los que fue tirando todo el día: el regreso de los hijos pródigos --los hasta ahora enchironados ex consellers-- y la retirada por parte española de la euroorden contra Puigdemont y sus compañeros de fuga. Todos los liberados optaron por un sentimentalismo de lagrimón: Rull y Turull nos hicieron saber lo mucho que habían echado de menos a sus hijos, mientras que Dolors Bassa se lamentaba de que desde su celda de Alcalá Meco no se veía el Ampurdán, ni siquiera se intuía en la lejanía. Aplausos, lágrimas de solidaridad y abrazos con redoble por parte de sus leales. Lo de la euroorden, por otra parte, se presentó como un triunfo de los prófugos y sirvió para insinuar que la justicia belga sí que es justicia y no lo que tenemos por aquí, que da asco y apesta a franquismo.
Con estos dos temas se fueron llenando los Telenotícies y el bucle interminable del canal 324. Pero todo fue como un largo aperitivo para el gran momento soberanista de la jornada, que es, como todo el mundo sabe, el programa de Xavier Graset Més 324, genuino fiestorro indepe en el que, una vez desaparecidos los peligrosos agents provocateurs Nacho Martín Blanco y Joan López Alegre --cansados de ejercer de punching ball de los nacionalistas y de ser vilipendiados por los espectadores en forma de mensajitos que aparecían en la parte inferior de la pantalla mientras ellos se entregaban a su labor cizañera-- ahora reina la concordia porque todos los analistas están de acuerdo en todo y por fin se ha impuesto una versión única de las cosas, la auténtica y genuina. De momento, no parece haber mucha prisa por encontrarles sustitutos a los réprobos.
El tema central de la fiesta fue lo de la euroorden. Todos estaban de acuerdo en que la justicia española, consciente de lo absurdo de su actitud hacia los fugados, había dado marcha atrás para no exponerse a un correctivo de la justicia belga. El subtexto era: justicia belga, chachi; justicia española, caca. Y daba gusto ver a los tertulianos compitiendo entre sí para ver quién dejaba más clara esa evidencia. Los motivos españoles para abortar la euroorden ni se abordaron, pues se daba por supuesto que a la audiencia no le interesaban. Puede que Martín o López Alegre hubiesen sacado el tema, pero como ya no emponzoñaban el plató con su presencia, pues todo eso que nos ahorramos.