A la defensiva y como víctima. Así se presenta el soberanismo ante las elecciones del 21D, insistiendo en que todo ha sido culpa del Gobierno español por “animar” a las empresas a salir de Cataluña y por aplicar “la represión” con el 155 de la Constitución. Pero, como si se tratara de un mantra que se puede recuperar en cualquier momento, Junts per Catalunya y ERC recuperan ahora la idea del “expolio fiscal” para buscar una victoria que les garantice la mayoría absoluta.

En el primer debate electoral televisado, en RTVE, Jordi Turull, como miembro de la lista de Carles Puigdemont, y Roger Torrent, como representante de ERC, rememoraron una discusión que ellos mismos habían dado por superada, con el objetivo de alcanzar la independencia.

El “expolio fiscal”, calculado ahora en 16.000 millones, una cifra que ha quedado desacreditada por diferentes expertos, es el mensaje que volvió a lanzar el soberanismo, que se sintió arrinconado por los tres dirigentes del constitucionalismo, Miquel Iceta, como líder del PSC, Inés Arrimadas, la candidata de Ciudadanos, y Xavier García Albiol, el candidato del PP catalán. También se vio condicionado por esa estrategia el candidato de los comunes, Xavier Domnènech, presionado a su vez por Arrimadas, por mantener una posición ambigua respecto a los partidos independentistas.

El soberanismo se refugia en "la represión del Estado"

Fue Turull quien rescató el concepto del “expolio fiscal”, e insistió en que las malas expectativas de la economía catalana aparecieron “con la represión del Estado”. A esa estrategia se acogió Torrent, el representante de Esquerra. Los dos incidieron de forma continua en que participaban en el debate porque ni Carles Puigdemont ni Oriol Junqueras podían estar allí, por esa misma “represión”.

Es decir, el soberanismo ha decidido darle la vuelta a los hechos, y mantiene el relato, el del “poder del pueblo, que se jugó el tipo el 1 de octubre”, en palabras del candidato de la CUP, Carles Riera, por delante de la defensa de la legalidad, que en ningún momento consideraron.

“Desarrollar la república”, “seguir la independencia”, fueron las expresiones de Turull, Torrent y Riera, pero entraron en la cuestión del déficit fiscal y mantuvieron, tras las peticiones de Iceta, Arrimadas y Albiol, la posibilidad de la negociación sobre temas tangibles.

Los dos bloques, en todo caso, se ratificaron, como si vivieran cada uno en un planeta diferente. Torrent insistió en diferenciar entre el bloque “del 155” o el de la “democracia”, pero también reivindicó la gestión de los republicanos, desde la reducción del déficit hasta el cierre de la prisión de la Modelo, prueba de que Esquerra quiere iniciar una nueva etapa aunque no sabe en qué momento y cómo lo puede hacer.

Dos bloques, dos planetas enfrentados

El caso de Turull, la confusión fue mayor. Miembro en la lista de Puigdemont, Turull repitió la diferencia entre bloques que había señalado Torrent, señalando que sólo Puigdemont podía defender “la democracia y la cohesión social”.

Sin rumbo, porque nadie se atreve en el seno del PDeCAT a vislumbrar qué se debe hacer si Puigdemont no vuelve de Bruselas o acaba en prisión cuando viaje a Barcelona, Turull se limitó a descalificar a los partidos constitucionalistas como el “bloque del 155 y la represión”.

Pero algo se mueve en el seno del soberanismo a medida que avanza la campaña electoral, porque en algún momento deberá analizar cómo se puede gobernar la Generalitat, y con qué apoyos, si no logra la mayoría absoluta. En el debate, en todo caso, quedó de manifiesto cómo se ha dividido la sociedad catalana, con dos miradas sobre la realidad, aunque en un caso nada tiene que ver con los hechos. El soberanismo sigue sin aterrizar, con todas las consecuencias, sobre el mundo real, a la espera de los resultados del 21D.