Josep Rull y Jordi Turull han pasado 32 días en la prisión de Estremera. Un mes que ha marcado un antes y un después en sus vidas. No solo porque consideran injusto su encarcelamiento por lo que entienden como un ataque a sus ideales y a su política, sino porque han vivido la cotidianidad de este último mes en un espacio que se rige bajo su propia ley. Posiblemente, la del más fuerte.
Desconocían los motivos que llevaron a los demás presos a la cárcel. “No preguntábamos mucho”, dijo el exconseller de Presidencia y exportavoz del Gobierno de Carles Puigdemont Jordi Turull. En realidad no les interesaba demasiado conocer la historia de cada uno de los reos que se han convertido en sus colegas de vivencias estos días y a quienes han cogido un evidente aprecio que les lleva a referirse a ellos como “compañeros”.
De la cárcel a la campaña
La vida en la cárcel es dura. Se hace más evidente cuando de las 24 horas que tiene el día, 15 las has de pasar metido en una celda. Así es para los que fueron los consellers de la Generalitat, como lo es para los que han cometido un crimen, como también para quien está entre rejas por un error judicial.
Jordi Turull y Josep Rull toparon este martes con la realidad del exterior de Estremera poniéndose en la primera fila de la campaña electoral. Antes de acudir a la rueda de prensa, llevaron a sus hijos al colegio y visitaron a sus familiares más cercanos “para abrazarles”, un gesto de lo más cotidiano al que hace 33 días no le daban mayor importancia.
Vuelven a ser políticos aspirantes a liderar un proyecto para Cataluña, pero hasta hace poco más de 24 horas eran los políticos presos del módulo 4. Un alter ego que explicaron --más Turull que Rull-- entre risas a la prensa y que se forjó en el patio de la cárcel donde eran conocidos como “los normales”, ya que allí nadie entendía su presencia.
Compañeros de celda
Si bien el exconseller de Presidencia y el de Territorio y Sostenibilidad no acababan de llevarse del todo bien en su convivencia política en la Generalitat, han tenido tiempo más que suficiente para limar asperezas y “saberlo todo el uno del otro”, según Turull. “No desafiéis nunca a Rull al pimpón. Era el rey del módulo”.
Durante este tiempo se han explicado confidencias personales y también han compartido horas de televisión de los otros medios, los de la prensa Española --tachada de “manipuladora” en la mayoría de concentraciones independentistas--, los que no suelen --o no solían-- ver antes de entrar en prisión preventiva por un presunto delito de sedición.
‘Rex, un policía diferente’
“¡El telediario de Antena 3 empieza a las tres de la tarde! ¡Nos lo sabemos!”, gritó Turull tras una pregunta de una periodista del citado medio. “Nos hemos hartado de ver Rex, un policía diferente y La que se avecina todo el día”, le dijo el exconseller antes de responder a su pregunta. Tenían ganas de “volver a la normalidad de aquí”, añadió luego, tras explicar que era en esos medios donde habían escuchado que, para Mariano Rajoy, la normalidad era la situación actual en Cataluña, con ellos en la prisión.
32 días encerrados dan para mucho. “La desintoxicación del móvil es absoluta”, según el que fue portavoz del Govern. Ni siquiera recordaba cómo se enviaba un whatsapp. Y la mayoría del tiempo se dedicaba a leer las cartas recibidas: “No tiene nada que ver estar en la cárcel recibiendo cartas que sin recibirlas. Nos daban fuerza y coraje”. Por eso ha pedido que, ante la limitación de gasto semanal a la que se ven obligados los presos, envíen cartas a los exconsellers encarcelados con sellos dentro del sobre para que puedan contestar.