Jordi Amat (Barcelona, 1978), filólogo y escritor, no se anda por las ramas. Tiene una mirada sobre el proceso soberanista y ha querido romper un tópico. Ya apuntó muchos elementos en su ensayo El llarg procés (Tusquets). Ahora lo explica él mismo: “El objetivo principal de este panfleto –busquen su significado real, no el peyorativo— es repensar un tópico. De una manera acrítica se ha asumido que la sentencia del Tribunal Constitucional contra el Estatut fue el punto de inflexión que mutó políticamente la corriente central de la ciudadanía de Cataluña”.
Amat lo consigue en las cien páginas exactas de La confabulació dels irresponsables (Nous Quaderns Anagrama), una larga reflexión que le lleva a afirmar dos cuestiones. La primera, que “la voluntad de destrucción mutua entre Convergència y Esquerra nos ha llevado hasta aquí”. La segunda, propia también de esos “irresponsables”, es “el abuso del poder judicial por parte del PP a partir del Estatut”.
Los partidos nacionalistas (ahora netamente independentistas) que buscan ganar las elecciones del 21D niegan la mayor. El relato se basa en la imposibilidad de encontrar una salida para asegurar el llamado encaje de Cataluña en España. Y el momento culminante es esa sentencia de 2010. Amat insiste en que “es un factor importante”, pero que se debe ir más atrás, a la elaboración del Estatut, que fue, realmente, “un intento de reformar la Constitución por la puerta de atrás”, como aseguró el PP. "Una idea clara que se podría aprender es que hay que buscar el acuerdo cuando la otra parte quiere acordar, y depende del momento, de saber elegir el momento", asegura.
La oferta de Aznar a Pujol
El análisis, de hecho, que se debe tener presente también para votar el próximo 21D y para proyectar una salida en la política catalana a medio y largo plazo, debe partir de las conversaciones entre José María Aznar y Jordi Pujol en el segundo mandato del exlíder del PP. Con mayoría absoluta, a partir del 2000, Aznar le ofrece a Pujol “cogobernar España”, con todas las consecuencias. “Pujol apostó por el proyecto nacional, y no por el Estado”, asegura Amat. Ante aquella negativa de Pujol, ¿qué le quedaba al catalanismo?, ¿hacia dónde debía ir? "Falta reflexión sobre ese momento", insiste Amat.
Amat, en una entrevista con Crónica Global, señala que lo que vino después fue “una guerra fría en el seno del catalanismo entre Convergència y ERC, la voluntad de destrucción mutua que tensó la cuerda de la reivindicación nacional, en la que se consideró que quien fuera más puro tendría más apoyo en la ciudadanía”.
Eso se mostró con la elaboración del Estatut, “una subasta entre los dos partidos”, que dejó al PSC en fuera de juego. “Se debe decir, se creó una dinámica de progresiva distancia de la realidad en la que contó más la escenificación que la acción política”, asegura Amat.
La utilización de la justicia por parte del PP
Sus críticas se reparten también y se dirigen hacia el PP por “abusar del poder judicial, por no afrontar tampoco la realidad, y por no dejar claro qué pasaría a partir del proceso soberanista, con políticos ahora en prisión, y con la aplicación del 155”. A juicio de Amat, “todos deberían haber sido más cautos y responsables”.
En el caso del PP señala que la cabeza pensante fue Federico Trillo, aprovechando que el poder judicial lo había amarrado Aznar y que funcionó como un contrapoder en la etapa de Rodríguez Zapatero, aunque el líder socialista tuviera el Ejecutivo en sus manos. Prueba de ello es la actuación del Tribunal Constitucional, con reprobaciones de magistrados, como ocurrió con Pérez Tremps.
Pero en su relato, que fluye con elegancia, sin esconder su punto de vista, incide en cómo esa batalla en el seno del nacionalismo, por tener la hegemonía en ese campo, una vez superada la etapa de Jordi Pujol, acaba encerrando a toda la sociedad catalana.
El nacimiento de la ANC por parte de viejos rupturistas
Y, de nuevo, rompe el tópico en el que se ha basado el proceso, el de que es un movimiento que se genera en la base, en las clases medias catalanas. Recuerda cómo en junio de 2011 el Gobierno catalán debe entrar en el Parlament con helicópteros, porque los movimientos sociales rodean la entrada en el parque de la Ciutadella. Se trataba de un momento de indignación, que se vivía también en el resto de España. El independentismo, que ya había mostrado su poder en la manifestación de julio de 2010 –aparentemente para protestar sólo por el Estatut retocado por el Constitucional—, aprovecha las protestas sociales por los recortes.
Amat asegura en su libro que “viejos rupturistas y nuevos influencers del independentismo comenzaron a trabajar para constituir una organización que tendría como objetivo una movilización soberanista sostenida en todo el país. No en las instituciones. En las calles de pueblos y ciudades. Utilizarían como referente histórico la Asamblea de Cataluña del antifranquismo. Entre mediados de 2011 y mediados de 2012, la Assemblea Nacional Catalana se estructura. Tendrá un éxito inmediato”.
La mutación del catalanismo al soberanismo ya se había iniciado previamente, a lo largo de la legislatura del presidente José Montilla, entre 2006 y 2010. El Estatut fue la excusa, pero el movimiento ya estaba latente.
Un fracaso colosal de la política
Amat se refiere a Artur Mas como un “vanidoso herido”, y le reprocha su comportamiento durante la elaboración del Estatut, “saltándose al presidente Maragall”. Pero señala una escena concreta, que también rompe los moldes que ha difundido el soberanismo. Mas anima a los ciudadanos a ir a la manifestación de la Diada de 2012 en su mensaje institucional la noche anterior.
En el libro lo muestra con claridad: “El discurso televisado que el presidente Mas pronunció la noche anterior marcó un punto de inflexión en la posición del Govern de Cataluña. Mas se dirigió a todos los ciudadanos del país, sí, pero se identificó sólo con unos: los que se manifestarían. 'Vuestros anhelos --dijo-- son mis anhelos'. El anhelo era el tema de la manifestación: 'Cataluña, Nuevo Estado de Europa'. De hecho, la idea inclusiva de un solo pueblo se fracturaba”.
Todo lo ocurrido en los últimos meses es conocido. Con el añadido que para Amat la no convocatoria de elecciones por parte de Puigdemont y la aplicación del 155, sin que, desde el Senado se lanzara una señal clara, constata que todo ha sido un “fracaso”, una “confabulación de irresponsables”, con la consecuencia de que todo el consenso institucional ha saltado por los aires. “Es el fracaso de la política, el fracaso es colosal”.