Ciudadanos vuelve a sus orígenes. La formación naranja, que llegó a coquetear con el catalanismo, afronta el 21D con un mensaje marcadamente españolista. El rechazo al adoctrinamiento escolar, la crítica a los pactos de PP y PSOE con los nacionalistas de CiU y la denuncia de la ampliación del cupo vasco --léase como aviso ante la tentación de conceder privilegios fiscales a Cataluña-- marcan el discurso de precampaña de la cabeza de lista de Cs, Inés Arrimadas.
Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en que Ciudadanos intentó ocupar un catalanismo que poco tenía que ver con el ideario de sus inicios. El procés ya estaba en marcha y el nacionalismo moderado se había convertido en la pieza más cotizada de los partidos no independentistas. Comenzaron a proliferar nuevas plataformas y partidos que pretendían hacerse con el nacionalismo moderado –Lliures, Units per Avançar…-- que había abandonado Convergència tras su giro independentista. Tras la marcha de Albert Rivera a la política española, las riendas catalanas quedaron en manos de Inés Arrimadas. Y aunque la guerra de banderas nunca fue una prioridad para la formación naranja, Arrimadas dejó de ser el azote de la inmersión lingüística.
Tras la DUI y el 155
Sin embargo, la aprobación de la declaración unilateral de independencia (DUI) y la consiguiente aplicación del artículo 155 de la Constitución española, que incluyó la convocatoria de elecciones autonómicas, ha reordenado el espacio no independentista.
Inés Arrimadas, en la presentación de Twenty50, junto a Roger Montañola, Xavier Cima, Marta Pascal y Toni Aira, entre otros asistentes.
Así, mientras el PSC se ha convertido en el referente de un nuevo catalanismo transversal, que incluye tanto a exdirigentes de UDC como a militantes comunistas, el PP mantiene su perfil conservador, liberal y constitucionalista. Pero mientras los socialistas catalanes comienzan a revivir en las encuestas de intención de voto, los populares no remontan. Tampoco lo hacen los comunes, que podrían convertirse en partido bisagra, pero que mantienen la equidistancia entre el independentismo y el “unionismo”.
Por el contrario, Ciudadanos sube. Pero no lo suficiente como para garantizarse un primer puesto en ese bloque no independentista. Inés Arrimadas, lo dijo ayer durante una conferencia en el Círculo Ecuestre, parte con moral de victoria de las fuerzas constitucionalistas. Pero también necesita crecer. Y para ello, la formación naranja ha vuelto a sus orígenes, esto es, al discurso desacomplejadamente español. El objetivo es pescar en el potencial electorado del PP --presentándose como el voto útil-- y en el del PSC --dirigiéndose a los sectores descontentos con el fichaje de exdirigentes de UDC--.
30 años de nacionalismo
Los recientes mensajes de la cabeza de lista de Cs van en esa línea más españolistas. Arrimadas dice que quiere luchar contra el adoctrinamiento escolar y mediático de la Generalitat. Resultado, según Arrimadas, de 30 años de nacionalismo. En este sentido, la dirigente de la formación naranja vuelve a arremeter, como en los mejores años de Rivera, contra los pactos de gobernabilidad que PSOE y PP firmaron con Jordi Pujol. Y aunque Cs apoyó a Mariano Rajoy tanto en su investidura presidencial como en la aplicación del 155, Arrimadas no escatima críticas al “inmovilismo” de los populares y, sobre todo, a la ampliación del cupo vasco que el Gobierno prometió al PNV.
Efectivamente, la financiación vasca ha entrado en la precampaña catalana de la mano de Ciudadanos, cuya cabeza de lista se muestra muy crítica con esos “privilegios” territoriales. Un toque de atención ante la posible tentación de los populares de conceder a Cataluña una nueva financiación diferenciada.
Dicho de otra manera, Ciudadanos aboga por la igualdad de todos los españoles y el reformismo, que no reforma constitucional. Un proyecto defendido por los socialistas al que, por fin, se ha abierto PP pero que no despierta entusiasmo en la formación naranja.