Siempre fue una alianza contra natura, pero las elecciones del 21D, impuestas por el Gobierno español pero decisivas para el independentismo, han convertido la lista unitaria entre PDeCAT y ERC en un disparate.
Lo es para ERC, que no quiere hacer de muleta de los convergentes ni dinamitar determinados puentes poselectorales. Y, sobre todo, se niega a acarrear con los pecados del pasado de CDC, que en los próximos días deberá enfrentarse a la sentencia sobre el caso Palau. Hoy se acaba el plazo para presentar coaliciones y nada hace presagiar que se reedite Junts pel Sí.
Hace meses que las encuestas de intención de voto dan como ganadora a la formación liderada por Oriol Junqueras, quien, pese a estar en prisión preventiva, en Estremera, será cabeza de lista. Por el contrario, los nuevos convergentes culminan su debacle electoral. De ahí que necesiten de una candidatura unitaria que tape sus vergüenzas. Quien más entusiasta se ha mostrado respecto a esta alianza es Artur Mas, cuya sombra sigue siendo alargada, algo que impide a los nuevos dirigentes de PDeCAT soltar lastre de un expresidente cuya gestión se ha visto empañada por los casos de supuesta corrupción que afectan a CDC.
Financiación irregular de CDC
A saber, el caso 3%, en fase de instrucción, y el caso Palau, ya juzgado y cuya sentencia podría caer en plena campaña del 21D. Ambos casos judiciales se refieren a la supuesta financiación irregular de CDC mediante el cobro de comisiones por adjudicación de obra pública. ERC ha convivido hasta ahora con esa derecha catalana señalada por la CUP como símbolo de la corrupción catalana.
También la disparidad ideológica entre PDeCAT y la CUP ejerce de cortafuegos de esa lista unitaria, que la coordinadora Marta Pascal defiende, aunque sin el entusiasmo del todavía presidente del partido. Los antisistema pidieron la cabeza de Mas, que les fue entregada en bandeja sin que, por ello, aflojaran en sus acusaciones sobre el supuesto postureo independentista de PDeCAT, su condición de partido capitalista y los recortes del pasado. El hecho de que los antisistema hayan pospuesto su decisión de presentarse a las elecciones hasta el fin de semana que viene hace improbable esa candidatura unitaria, que Carles Puigdemont también promueve. En su caso para encabezarla, algo que Junqueras no va a consentir.
Por ello, la única salida que tienen los secesionistas es encontrar lugares comunes en los respectivos programas electorales.