Hay quien asegura que, el pasado 10 de octubre, la declaración unilateral de independencia (DUI) duró solo ocho segundos, pues quedó suspendida transcurrido ese tiempo. Ayer, esa DUI fue finalmente aprobada en el Parlamento catalán poco antes de las 15.30 horas, pero cinco horas después el presidente español, Mariano Rajoy, anunció la destitución de Carles Puigdemont y de todos sus consejeros. Esta medida impide desarrollar la hoja de ruta que contiene esa DUI. El sueño de la república catalana, por tanto, sigue siendo eso: un proyecto tan etéreo como efímero.
La aplicación del artículo 155 se une a la actuación del Tribunal Constitucional, que previsiblemente anulará el pleno parlamentario en el que se proclamó la independencia. Y también a las actuaciones judiciales contra el presidente Carles Puigdemont y la presidenta del Parlament, Carme Forcadell. Todo ello augura escasas perspectivas de supervivencia a esa república catalana, cuya constitución viene contemplada en la ley de transitoriedad y en la resolución presentada por Junts pel Sí y la CUP.
Hoja de ruta ambiciosa
Ambos documentos son tan ambiciosos como difíciles de cumplir. Los independentistas invocan en varias ocasiones la negociación con el Estado español y la complicidad de la comunidad internacional. Algo que, tras el aval exterior dado a las medidas de Rajoy, resulta un brindis al sol.
“Abrir negociaciones con el Gobierno español” y “apelar a los estados y las organizaciones internacionales a reconocer la república catalana como estado independiente y soberano” son dos de los ejes de esa DUI, en la que también se alude a la doble nacionalidad (catalana y española), la creación de un banco de Cataluña, un inventario de bienes de titularidad estatal para proceder a su cesión al “estado catalán” o la vigencia en Cataluña de los tratados internacionales suscritos con España.
Una independencia, por tanto, abortada antes de que viera la luz, algo que el Govern preveía para dentro de seis meses, tras un proceso constituyente que finalizaría en unas elecciones.
Habrá elecciones, sí, pero serán autonómicas (no constituyentes) y se celebrarán el 21 de diciembre, según anunció ayer Mariano Rajoy. Las encuestas auguran una nueva mayoría independentista y todo volverá a empezar.