El independentismo ha vivido muchos días históricos y semanas decisivas, pero la que comienza hoy resulta absolutamente determinante para el futuro de Cataluña. Activada ya la aplicación del artículo 155 de la Constitución en su versión más dura, Carles Puigdemont debe decidir entre inmolarse o convocar elecciones. De momento, va encaminado hacia lo primero, pero la presión empresarial, social y política por lo segundo es --y será– abrumadora en esta cuenta atrás hasta el viernes.
Ese día, el pleno del Senado votará las medidas propuestas por el Gobierno español, que incluyen la destitución del presidente catalán y de todos sus consejeros, así como la toma de control del Parlamento. Puigdemont avisó en su discurso institucional del sábado que convocará un pleno en la Cámara autonómica para actuar en consecuencia. No hizo referencia a la proclamación de independencia, pero sí lo hizo su partido, Junts pel Sí. Aseguran fuentes de esta coalición (PDeCAT y ERC) que la intención del president es levantar la suspensión de la declaración unilateral de independencia (DUI), como respuesta a lo que él mismo calificó como el peor ataque a Cataluña desde el franquismo.
En entorno empresarial
La parroquia independentista así se lo pide, máxime cuando siguen encarcelados los presidentes de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, respectivamente, calificados por sus seguidores de “presos políticos”. La presión de las bases secesionistas pondrá a prueba la resistencia de Puigdemont, que ya suspendió la DUI ante los síntomas de desmoronamiento económico posteriores al referéndum del 1 de octubre.
Lejos de ser una anécdota, como insiste el vicepresidente económico, Oriol Junqueras, la fuga de empresas puede convertirse en la punta del iceberg de una recesión que puede no importar a la CUP --que aplaude la salida de la UE y rechaza a la troika--, pero sí al partido de Puigdemont, PDeCAT.
Los convergentes disidentes
Dirigentes convergentes como el consejero de Empresa, Santi Vila, o el expresidente Artur Mas, han advertido de las consecuencias de una DUI. Las bases de PDeCAT dieron un cheque en blanco al exalcalde de Girona, algo habitual en un partido muy dado a “fer pinya” (unirse) en los momentos más difíciles. Descartada una intervención quirúrgica de la autonomía catalana por parte del Gobierno, los efectos económicos y sociales son imprevisibles. La apuesta por la convocatoria de elecciones comienza a crecer en el PDeCAT, que ahora tiene argumentos para intentar convencer a ERC de reeditar la coalición de JxS, pues no se entendería una fractura electoral del independentismo. Pero la clave está en hacerlo con un gran gesto previo.
El consejero de Presidencia, Jordi Turull, asegura que la convocatoria de unos comicios no está encima de la mesa. Pero, de hecho, la hoja de ruta secesionista ya establecía comicios en seis meses tras la proclamación de la independencia. “Constituyentes”, según la terminología soberanista, pero autonómicos al fin y al cabo.
De ahí que el entorno soberanista proponga la DUI y la convocatoria de elecciones.
Conflicto en el PSC
Todos los escenarios están abiertos y el 155 no entrará en vigor hasta que el Senado lo apruebe el viernes. “Todo depende de Puigdemont”, decía el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, aval de Rajoy en la aplicación del 155 junto a Ciudadanos. La postura del líder socialista ha colocado a PSC en la peor situación posible, ya que hace saltar por los aires la estrategia para desmarcarse del PP en Cataluña.
La carta dirigida por cuatro alcaldes del PSC a Miquel Iceta, en la que le instan a no apoyar el 155, pone contra las cuerdas al primer secretario de los socialistas catalanes. Entre ellos figura la primera edil de Santa Coloma de Gramenet, Núria Parlon, quien ha renunciado a formar parte de la ejecutiva federal del PSOE a modo de protesta.
Los problemas de Iceta y la equidistancia de Colau
El 155 complica la aspiración de Iceta de convertirse en el referente de la centralidad catalana. Y también la estrategia de los comunes, con Ada Colau al frente. Peligra la calculada equidistancia de la órbita podemita en Cataluña, que se aferra al genérico concepto de “proceso constituyente” como alternativa a una DUI que los independentistas “venden” ahora como defensa de la “dignidad democrática”.
Tramitar la proclamación de la DUI exigirá nuevos subterfugios por parte de la Mesa del Parlament, que este lunes se reúne para decidir la fecha y el formato de la sesión plenaria. La idea es hacer coincidir ese pleno con el del Senado para mantener vivo el pulso. Y convocarlo de la forma más ambigua posible para evitar una impugnación del Tribunal Constitucional.
Así se hizo con el pleno del día 10, cuando se suspendió la DUI en una sesión señalada para que Puigdemont valorara la "situación política actual”. Se debe decidir también si el escenario es una sesión monográfica o un Debate de Política General –los plenos ordinarios exigen un orden del día preciso que se quiere evitar–.
Trucos procedimentales aparte, Puigdemont se acerca a una tormenta perfecta que pocos desean y que incluye la amenaza de una querella por rebelión que la Fiscalía ya tiene preparada.