Pasó en Sant Joan de Vilatorrada y en Castellgalí, ambas poblaciones de Barcelona. Las redes sociales es lo que tienen: están al alcance de todos, incluidos los medios de comunicación que amplifican su difusión. Gracias a ellas, la población ha observado atónita cómo agentes policiales del mismo país se encaraban, empujaban e insultaban en unos piques suscitados por la “operación antirreferéndum” y que, sin duda, esconden antiguas riñas, recelos ocultos y desconfianza in crescendo.

Empujones e insultos

En Castellgalí, agentes del GRS de la Guardia Civil empujaron a un mosso d'esquadra que se interpuso entre ellos y un grupo de manifestantes frente a un colegio electoral.

La acción precede a un espontáneo movimiento de la multitud allí congregada en apoyo al mosso, como el público local que jalea al equipo que juega en casa. La cosa no fue a mayores, pero las miradas entre unos y otros son de aquellas que hacen derretir el hielo.

Porrazo

Lo de Sant Joan de Vilatorrada es sensiblemente peor. Mientras la Guardia Civil, escudo y porra en la mano, se dispone a intervenir en un colegio de la población, un agente de uniforme de los Mossos parece que les llama la atención, como si les recriminase la carga policial. A uno de los guardia civiles se le escapa la porra, en un golpe que provoca más dolor en la autoestima que en la pierna del mosso.

Lamentables ejemplos de una tensión intrapolicial, no sólo no resuelta, sino ahora explícita y reveladora.