Miles de personas se han concentrado esta tarde en el centro de Barcelona para reclamar un referéndum de independencia, convocados por la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium, organizadoras en los últimos años de los actos secesionistas que ha convertido la Diada de Cataluña, no en una fiesta de los catalanes, sino de la expresión independentista.
Gritos de "¡Votaremos, votaremos!, o ¡"In-de-independencia!" fueron jaleados por los asistentes, que soportaron empujones, desmayos, sudores y calor, demostrando así no solo un patriotismo personal, sino el músculo soberanista que, tras muchos meses de pulso separatista y a dos semanas de la fecha prevista para el referéndum, tienen las entidades sociales, apoyadas por el Govern y los medios de comunicación catalanas. El cruce del paseo de Gràcia y la calle Aragó fue escenario de esta movilización, masiva de nuevo, aunque menos ambiciosa que en otras ocasiones.
La desobediencia se impone
Como lema, "Referendum es democracia". Y en la fila cero, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que ya entregado a la desobediencia, ha proclamado durante esta jornadas que solo el Parlamento catalán puede inhabilitarle. Una postura que el presidente de la ANC, Jordi Sánchez, volvió a defender en los discursos finales de la concentración.
"Los que buscáis las urnas, id el 1-O a cualquier colegio electoral y encontraréis las urnas llenas de votos", dijo, tras arremeter contra las formaciones parlamentarias que no apoyan el independentismo, PP, PSC, Ciudadanos y CSQP, mencionando concretamente a Joan Coscubiela, a quienes los independentistas han convertido en su enemigo público número uno.