Las últimas horas en el Gobierno catalán han zarandeado a la cúpula del Departamento de Interior. La consejería se encuentra en plena renovación desde que el president, Carles Puigdemont, anunció el viernes el “paso a un lado” de tres consellers para afrontar la recta final del referéndum el próximo 1 de octubre.
Uno de estos tres convictos del independentismo fue el titular de Interior, Jordi Jané, a quien suplió el convergente Joaquim Forn, hasta entonces portavoz del Grupo Demócrata (antigua CiU) en el Ayuntamiento de Barcelona y que estuvo al mando de la Guardia Urbana de la ciudad bajo la alcaldía de Xavier Trias.
Jané, Batlle y Puig
Este lunes, 17 de julio, la segunda víctima en la cúpula policial catalana ha sido el director de los Mossos d’Esquadra, Albert Batlle, al frente de la policía de Cataluña desde junio de 2014, cuando su predecesor, Manel Prat, dimitió tras su gestión en el caso de Ester Quintana. El independentista Pere Soler tomará las riendas.
La plantilla de agentes observa con inquietud el panorama de quienes deben darles órdenes sobre si retirar las urnas o no, en el caso de que finalmente se pongan, y en caso de que alguien cometa el error de dar ese tipo de órdenes sin mandato judicial. En caso de haberlo, los mossos no tendrían más remedio que actuar como policía judicial.
Esa misma inquietud se plantea cuando miran de reojo a quien actualmente ocupa el puesto de secretario general de la consejería de Interior, César Puig, una pieza clave en la estructura de mandos de los Mossos que se sitúa entre la figura del conseller de Interior y la del director general. La razón por la que temen que Puig pueda ser el próximo en dimitir —o que prescindan de él para encarar la recta final— es que no comparte la línea independentista instalada en el Gobierno de Carles Puigdemont.
Así como esperaban el relevo tanto de Jané como de Batlle, tampoco creen que Josep Lluís Trapero, actual mayor de los Mossos, vaya a ser destituido. No por ser un férreo convencido del separatismo catalán, sino porque conocen de sus buenas relaciones y de su falta de protagonismo político.
A la espera de Forn
El baile de sillas en el Departamento de Interior de la Generalitat preocupa y no solo a los agentes. “Si la ley del Parlament no está vigente, no la podremos cumplir”, explica a Crónica Global el portavoz de la Unión Sindical de la Policía Autonómica de Cataluña (Uspac), Josep Miquel Milagros, ante el escenario de una hipotética celebración del referéndum.
Sostiene que habrá que esperar a ver cómo reacciona el nuevo conseller. No es de los que están preocupados por el trajín de cargos en Interior, pero sí pide que se les entregue por escrito a los agentes las instrucciones claras para afrontar el 1-O, así como que se les aleje del foco político.
A otros policías del cuerpo, sin embargo, les preocupa que sus mandos no conozcan realmente el trabajo que realizan los agentes, paradójicamente. “La policía necesita sentir el apoyo de quienes dan las órdenes. Eso es lo que más nos preocupa, independientemente de que haya un conseller u otro”, explican fuentes del cuerpo.
Sobre su papel en el 1-O, confían en que el sentido común acabe imperando en la situación. “Al fin y al cabo, dictamina que nuestras actuaciones deben ir orientadas a defender al ciudadano”.