Oriol Junqueras ha sido la estrella de la XXXIII reunión del Círculo de Economía de Sitges (Barcelona). Un encuentro del lobi empresarial en el que el líder de ERC se intercambió la vara de mando con el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. Ejerció de jefe del Ejecutivo en su intervención. Un preludio del resultado de la partida de ajedrez en la que se ha convertido la política catalana, según fuentes de su entorno.
Aseguran que el reparto de papeles entre los dos máximos líderes de la formación independentista ante el empresariado catalán no es casual. Formaría parte de la resolución del choque de trenes que se prepara tras reactivar la escalada de tensión entre Barcelona y Madrid.
Responsabilidad de Puigdemont
Habrá choque. Incluso los sectores más conservadores de la actual PDECat aceptan que el procés debe pasar por esta pantalla. Pero lo describen como algún tipo de escenificación. Los socios en el Gobierno catalán son conscientes de que la secesión unilateral no cuenta con el apoyo social suficiente en Cataluña para que sea una realidad factual, por lo que se plantea un referéndum cuya ejecución es compleja. Especialmente por la oposición frontal por parte del PP.
Se llegaría entonces a un callejón sin salida, con algún tipo de iniciativa que derivaría en una crisis en el Govern en verano. Un escenario que brindaría la oportunidad perfecta a Puigdemont para poner el punto y final en su etapa en la Generalitat sin tener que convocar de nuevo elecciones en Cataluña.
Presentaría su dimisión y se haría cargo del fracaso de este envite del proceso soberanista. No sería su final en ninguno de los casos, pero se replantearía la estrategia más a largo plazo.
Vuelta a Girona
De hecho, los allegados del presidente aseguran que ya ha empezado a mover hilos para volver a Girona. Quiere recuperar la alcaldía y nadie espera dificultades excesivas para conseguirlo, pero quedan dos años para las elecciones municipales. Necesita un acomodo en este tiempo, sea en el sector privado o en algún cargo orgánico en el partido que le permitiera preparar las locales.
Pactó dar el paso atrás cuando CDC le pescó de la capital de provincia para relevar a Artur Mas en la presidencia. El calendario que tenía en su mente cuando aceptó el reto de liderar Cataluña se ha superado. Está de salida y en Sitges se hizo plausible, señalan los mismos interlocutores.
Incluso ha perdido el apoyo del empresariado catalán. Un público habitualmente entregado en su mayoría a la federación nacionalista y que ahora no tiene recelos en mostrar públicamente su rechazo al plan de Puigdemont.
Evitar el adelanto electoral
PDECat cedería sin problemas la presidencia a Junqueras siempre que se comprometiera a no convocar elecciones de forma inmediata. Los casos de corrupción que acechan a la antigua cúpula del partido lastran sus posibilidades de triunfo en unos hipotéticos comicios.
Ni Marta Pascal, coordinadora general del partido, ni sus allegados están dispuestos a probar dónde se encuentra su suelo electoral.
Deben romper con la herencia de la antigua CDC. Se han puesto manos a la obra para conseguir el objetivo, y necesitan tiempo. Pero los enfrentamientos entre PDECat y ERC son cada vez mayores y es muy difícil que la coalición perdure dos años más.
Junqueras, sin corbata y en castellano
Los republicanos, a su vez, podría analizar otras alianzas en el Parlament para desarrollar ciertas políticas de izquierdas. Iniciativas en línea con la aprobación en la comisión impulsora de las bases de la renta mínima garantizada en Cataluña, que ahora inicia su tramitación.
Junqueras ejerció de president en Sitges. Sin corbata, pero con un discurso en el que se comprometió con una “sociedad catalana abierta, inclusiva y plural” y con la “riqueza lingüística existente”. Incluso contestó algunas preguntas del lobi empresarial en español.