Hace tres años, el comisario José Manuel Villarejo, miembro de la dirección adjunta operativa de la policía que dirigía el comisario Eugenio Pino, se entrevistó con Josep Pujol Ferrusola (hijo del expresidente de la Generalitat) y le ofreció determinada información sobre supuestas conductas sexuales de jueces y fiscales a cambio de datos relativos a las eventuales irregularidades financieras de CDC o de algún miembro de la familia del expresidente.
Al mismo tiempo, Villarejo participaba en diferentes investigaciones no judicializadas sobre el supuesto entramado de corrupción política alrededor de la familia Pujol o de otros prohombres del nacionalismo catalán.
No se conoce el alcance de estas conversaciones ni si el comisario obtuvo algún fruto o rédito de ellas, pero lo cierto es que jugaba a dos bandas: hurgando bajo la alfombra que tapaba la supuesta corrupción de CDC con métodos no siempre ortodoxos, les facilitó información falsa pero, a priori, escandalosa sobre jueces y fiscales anticorrupción.
A dos bandas
Villarejo ha mostrado en más de una ocasión su facilidad para jugar al mismo tiempo en los dos bandos de la misma contienda. Así, por ejemplo, participó (o al menos conoció directamente) en los supuestos contactos y presiones que determinados agentes de policía llevaron a cabo con los antiguos gestores del BPA antes de la intervención del banco.
Según la denuncia que los hermanos Ramón e Higini Cierco presentaron ante la Justicia andorrana, ambos habían sido presionados por la policía española bajo la amenaza de lanzar sobre ellos al Tesoro norteamericano si no facilitaban datos de las supuestas cuentas bancarias de los Pujol en BPA.
'Operación Cataluña'
Este es uno de los episodios más renombrados de lo se ha dado en llamar operación Cataluña. De esos encuentros, Villarejo levantó actas y, tiempo después, a través de un documento notarial, reconoció ser el autor de las mismas.
Eso agradó a la defensa a jurídica de los Pujol, que veía en ese “perverso inicio de la investigación del caso BPA” datos que hacían pensar que el origen del caso Pujol estaba contaminado. Sin embargo, la tortilla ha dado la vuelta. Fuentes no oficiales hablan de un acercamiento entre Villarejo y los antiguos gestores de BPA, hasta el punto de que el abogado de cabecera del los antiguos propietarios del banco es, ahora, Javier Iglesias, amigo íntimo y también letrado de Villarejo.
Iglesias es el encargado de trasladar al fiscal anticorrupción los datos supuestamente incriminatorios sobre el dinero negro que antes del 2011 tuvo la familia Pujol en Andbank. Entre otros, se trata de los datos que sitúan a Marta Ferrusola como la “madre superiora”. Los abogados de los Pujol ya no están tan contentos.