El PDeCAT está a la busca y captura de un candidato a la alcaldía de Barcelona. Xavier Trias se retira y en el partido de Artur Mas no hay entusiasmo por Joaquim Forn, porque sus posibilidades son más bien escasas ante Ada Colau.
Por eso, en la trastienda de la antigua Convergència se están barajando varios nombres. Santi Vila, el conseller de Cultura, no le hace ascos a ser el cabeza de lista, pero su poco “ardor guerrero” con el proceso independentista no juega a su favor.
Joana Ortega
Otro de los nombres que se están barajando es el de Joana Ortega. En el entorno de la vicepresidenta se deja caer esta posibilidad alegando que para las municipales habrá cumplido la sentencia del 9-N. Y además del mérito de haber sido condenada, es lo que blanden sus partidarios para ponerla en la parrilla de salida, cuenta con el beneplácito tácito de Artur Mas, con el que Ortega tiene una gran relación personal.
Sin embargo, ni Vila, ni Ortega, son un revulsivo para las famélicas fuerzas electorales convergentes. Por eso, algunos están pensando en un personaje polémico, mediático y con tirón para oponerse a Colau. Y no esconden su apuesta: Pilar Rahola, una persona que se jacta de ser la confesora espiritual del expresidente catalán y de tener una gran relación con Carles Puigdemont, como se pudo comprobar el año pasado en el sarao que montó en su casa de Cadaqués.
Figura polémica
Para sus defensores, es la fuerza y el ímpetu que precisa el muy necesitado PDeCAT. Para sus detractores, Rahola es en sí misma un problema. Sus partidarios se concentran en el círculo de Mas. Sus críticos se agrupan en la nueva dirección del PDeCAT.
La periodista no ha tomado posición de forma pública, aunque le encantaría, según sus allegados. Se avecina un nuevo encontronazo en el seno de los convergentes renovados si al final se decide a dar el paso.