Llegó el día. El expresidente de la Generalitat Artur Mas, la exvicepresidenta Joana Ortega y la exconsejera de Enseñanza Irene Rigau se sientan en el banquillo de los acusados del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC).

A los tres se les acusa de desobediencia y prevaricación por haber hecho caso omiso a la orden del Tribunal Constitucional (TC) para suspender la celebración de la consulta (técnicamente “proceso participativo”) independentista del 9 de noviembre de 2014. Se enfrentan a penas de inhabilitación para cargo público de hasta diez años.

Victimismo

Sin embargo, Mas ha sabido darle la vuelta a esta situación y ha aprovechado su retorno a la primera línea de la actualidad mediática para relanzar su carrera política. Una carrera que muchos daban por finiquitada definitivamente después de que los antisistema de la CUP exigieran su cabeza hace poco más de un año a cambio de apoyar la investidura como presidente autonómico de un candidato de Junts pel Sí (JxSí).

El baño de masas que se dará Mas este lunes ha sido meticulosamente organizado por las principales entidades secesionistas (Asamblea Nacional Catalana --ANC--, Òmnium Cultural, Asociación Catalana de Municipios --ACM-- y Asociación de Municipios por la Independencia --AMI--) con el apoyo incondicional de la prensa nacionalista, que le ha presentado como una víctima, una suerte de mártir del “intolerante” Estado español, que le somete a un “juicio político”.

En ese sentido, las últimas actuaciones policiales y judiciales contra la financiación ilegal de CDC --que han salpicado a su entorno más cercano-- han sido señaladas por Mas como un “montaje político” para perjudicarle.

También han colaborado en calentar la situación los principales medios privados catalanes --todos ellos receptores de suculentas subvenciones públicas--. Así, este domingo, cinco diarios diferentes reprodujeron sendas entrevistas a Mas (El Periódico), Rigau (Ara, en inglés), Ortega (El Món), Puigdemont (La Vanguardia) y Oriol Junqueras (Vilaweb), que los utilizaron como altavoces para llamar a la movilización este lunes.

Paseíllo

Mas será el protagonista absoluto de la jornada. Está citado a las 9 de la mañana en el TSJC. Antes, a las 8, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, realizará una declaración institucional en el Palau de la Generalitat. Acto seguido, a las 8.15, Puigdemont y el resto del Ejecutivo autonómico (salvo los consejeros de Interior, Jordi Jané, --por cuestiones técnicas, pues debe supervisar el dispositivo de seguridad--, y de Justicia, Carles Mundó --que ha alegado reservas institucionales--), acompañado por la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y por destacados dirigentes independentistas, iniciarán un recorrido a pie hasta el TSJC, situado en el Paseo Lluís Companys.

En total, cerca de un kilómetro y medio de recorrido --que incluye el Fossar de les Moreres, lugar sagrado para el nacionalismo catalán-- que se espera que la comitiva realice en una media hora, y entre vítores de los ciudadanos.

Espectáculo mediático

A las puertas del tribunal una gran manifestación aclamará a Mas a su llegada. Según los organizadores de la concentración, este sábado unas 40.000 personas --incluyendo medio millar de cargos electos-- ya habían anunciado su presencia, inscribiéndose en una web habilitada para la ocasión. También se han contratado más de 150 autocares procedentes de toda Cataluña para todo aquel que quiera desplazarse a Barcelona.

Además, desde la propia Generalitat se ha invitado a que los funcionarios pidan el día libre para acompañar a los encausados (lo que ha generado una fuerte polémica).

Los medios de la Generalidad --TV3, Catalunya Ràdio y 324.cat-- han anunciado un amplio despliegue para seguir en directo todo el show. Hay más de 340 periodistas acreditados en el TSJC de 70 medios de comunicación, siete de ellos extranjeros. Y, según las entidades promotoras, incluso cuentan con cuatro “observadores internacionales” --dos de Quebec (Canadá) y otros dos de Francia y Alemania-- para “tomar nota de la judicialización y de la movilización ciudadana”.

‘El pueblo’, entre Mas y el tribunal

En los últimos días se había especulado con la posibilidad de que el soberanismo buscase una foto, una imagen con la que convertir el día en una jornada histórica --otra más-- para el proceso independentista: el pueblo impidiendo a Mas entrar en el tribunal para ser juzgado.

Sin embargo, desde el entorno del soberanismo se apunta que, aunque la concentración pueda retrasar el juicio, la intención es que éste se celebre.

Una manifestación que, según algunas asociaciones de jueces, es un acto de presión “injustificable” a la justicia.

La defensa

En cuanto a los argumentos que utilizarán los enjuiciados no se esperan sorpresas, puesto que ya los han adelantado en las últimas semanas. Mas, Rigau y Ortega alegarán que no desobedecieron la orden del TC porque, cuando la recibieron --cinco días antes del 9N--, el Govern se retiró de la organización de la consulta y fueron los voluntarios los que la llevaron a cabo.

También defienden que, en cualquier caso, nunca puede ser delito pedir a los ciudadanos que hablen a través de las urnas, puesto que esa es la mayor expresión de la “democracia”, por lo tanto, insisten, “lo volveríamos a hacer”.

Artur Mas estará defendido por Xavier Melero; Joana Ortega por Rafael Entrena (que además es su pareja sentimental), e Irene Rigau por Jordi Pina. Todos ellos son letrados de primer nivel.

Los jueces

Enfrente, tendrán a un tribunal de reconocido prestigio, dirigido por el presidente del TSJC, Jesús María Barrientos (miembro de la Asociación Francisco de Vitoria, de talante liberal y moderado), que hará de ponente de la sentencia.

Junto a él estarán los magistrados Carlos Ramos (exfiscal Anticorrupción, designado a propuesta del Parlament y miembro de la progresista Jueces para la Democracia) y Eduardo Rodríguez Laplaza (con ocho años de carrera, proviene de la sala de lo Contencioso).

La acusación

En el banquillo de la fiscalía, dos viejos conocidos de los tribunales catalanes: el teniente fiscal Francisco Bañeres, de talante conservador, y el fiscal Anticorrupción Emilio Sánchez-Ulled, reputado jurista y discípulo aventajado de José María Mena, quien el 9N se opuso a ordenar la retirada de las urnas.

Mientras que la acusación popular la ejercerán los sindicatos policiales SPP y UPF y la asociación Manos Limpias.

Los testigos

El tribunal ha rechazado la pretensión de las defensas de llamar como testigos al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y al ministro de Justicia, Rafael Catalá.

Sí comparecerán, en cambio, los expresidentes del Parlament Núria de Gispert y Joan Rigol, el portavoz de DiL en el Congreso Francesc Homs --imputado por el 9N ante el Tribunal Supremo--, y el exalcalde de Barcelona, Xavier Trías, así como voluntarios de la consulta y una directora de instituto que se negó a abrir su centro pese a las presiones de la Generalitat.

El futuro de Mas, en juego

Nadie duda de que la movilización generada con todo tipo de instrumentos de agit prop será vendida como un gran éxito por parte del independentismo catalán y será capitalizado por Mas para intentar resucitar como activo político.

Un movimiento que recuerda al que realizó su mentor, Jordi Pujol, hace casi 33 años, cuando movilizó a miles de personas para protestar por su procesamiento por el desfalco de Banca Catalana al grito de: “Es una indignidad contra Cataluña. En adelante, cuando se hable de ética, de moral, de juego limpio, podremos hablar nosotros, no ellos”.

Sin embargo, este lunes Mas empieza a jugarse su futuro político, puesto que, tal como admitió hace unos días el propio Pujol, “si lo inhabilitan, Mas está kaput definitivamente”.