El círculo más próximo a Donald Trump se frota las manos mientras el presidente electo empieza a considerar quiénes ocuparán sus cargos de confianza en la Casa Blanca. Desde multimillonarios y banqueros hasta familiares, pasando por personajes como el apodado sheriff más duro para la silla de máximo responsable de seguridad nacional.

Como candidato republicano, le resultó difícil encontrar un compañero en la carrera electoral para que fuera su vicepresidente. Nadie quería que le relacionaran con el populismo del magnate. Pero ahora que Trump ya es el futuro presidente de EEUU, el planteamiento distinto: se trata de ocupar una silla en el Ejecutivo del país más influyente del mundo.

Se busca candidato para reparar la economía

La transición aún no ha empezado, pero los grandes empresarios aspiran a asumir el rol de tecnócratas. El secretario del Departamento del Tesoro podría ser un magnate octogenario, Carl Icahn, inversor de profesión y propietario del holding de empresas que lleva su propio nombre.

Otros nombres que suenan para sentar las bases de la nueva política económica de EEUU son el del el banquero Steve Mnuchin, con 17 años de experiencia en Goldman Sachs, y ahora jefe financiero de la campaña republicana. Pero precisamente su experiencia en Wall Street puede jugar en su contra, ya que Trump dice haber venido para romper con el establishment. El exCEO de General Electric, Jack Welch, también podría ser considerado para el Tesoro.

Refuerzo a la seguridad

El apodado como sheriff más duro, Joe Arpaio, de 84 años, que durante un cuarto de siglo ha sometido a un condado de Arizona a la persecución sistemática de los inmigrantes hispanos y afroamericanos, podría ser el máximo jefe del Departamento de Seguridad Nacional de EEUU.

Un perfil igual de duro es el del exjefe de la Agencia de Inteligencia de Defensa, Michael Flynn, que ha asesorado a Trump durante la campaña, aunque para su nombramiento precisa de permiso del Congreso, ya que para dirigir el Pentágono debe haberse retirado hace más de siete años, requisito que no cumple.

Todo queda en la Casa (Blanca)

Mientras, los parientes del futuro presidente se dejan seducir por la idea de ser una familia presidencial con cargos ejecutivos. El yerno de Trump, Jared Kushner, ha estado activamente comprometido con la campaña aunque se ha mantenido discreto, y podría estar siendo considerado para el puesto de jefe de gabinete de la Casa Blanca, el puesto más alto de las oficinas de la rama ejecutiva del presidente.

Mientras, el núcleo duro del Partido Republicano, que tendrá el control de la Cámara de Representantes y el Senado, trata de abrirse paso también en el Ejecutivo para controlar lo máximo posible a Trump. De momento, el vicepresidente, el único miembro del equipo de presidencia que se conoce desde hace meses, pertenece al ala más conservadora de los republicanos.

El otro peón clave del partido Republicano --también conocido como ‘Viejo Partido’ (Old Party)-- podría ocupar el puesto de secretario de Estado. Es Newt Gingrich, aspirante en 2012 a la candidatura presidencial republicana, presidente de la Cámara baja durante la presidencia de Bill Clinton y uno de los principales impulsores del proceso de impugnación presidencial por el escándalo de la becaria Monica Lewinsky.

Especulaciones contra la incertidumbre

Las especulaciones sobre la formación del Ejecutivo son mucho mayores en el caso de Trump que con cualquiera de sus antecesores. La incertidumbre con la que se ha relacionado al magante neoyorquino desde el día uno de su campaña apremia a los analistas en la búsqueda de repuestas que despejen las incógnitas. Pero también hay una falta de planificación deliberada por razones supersticiosas, según ha reconocido él mismo.

Por su carencia de experiencia política, el equipo del que se rodee el nuevo presidente será crucial para saber en qué dirección funcionará el Ejecutivo. Cuántos asesores de la campaña se llevará Trump a la Casa Blanca también indicará cómo se traducirán los planes anunciados durante estos meses a la política de facto.