Poner el lenguaje al servicio de los objetivos políticos. O lo que es lo mismo, la lengua como instrumento de seducción. También el independentismo tiene sus trucos para construir su relato. Otros lo hicieron primero, pero las peculiaridades del proyecto secesionista, consistente en vender las bondades de un Estado propio que no existe, complica el reto.
El abogado y escritor Damià del Clot, alcalde del municipio de Vilassar de Mar (Barcelona) por ERC, desgrana los ejes de la construcción del discurso independentista en un estudio publicado por el Instituto de Ciencias Políticas y Sociales, un consorcio creado por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y la Diputación de Barcelona.
Ampliar la base social
El título del trabajo, Republicanismo y derecho a decidir. Una aproximación desde la teórica política, desvela ya algunas de las claves del lenguaje separatista. El derecho a decidir, apunta Del Clot, es “un neologismo dotado de una fuerte ambigüedad” que ha irrumpido con fuerza en el discurso político. Su popularización, dice, “es uno de los grandes triunfos del soberanismo”, pues amplía su base social, “sitúa en debate en términos democráticos y le quita la carga política del más clásico derecho a la autodeterminación”. Considera un acierto este término porque “es mucho más difícil estar en contra del derecho a decidir como principio que contra la independencia”. Jurídicamente, comporta “alejarse de los supuestos, en los que no estaría Cataluña, que equiparan el derecho a la autodeterminación con causas de colonización o supuestos de subyugación para entrar en una dimensión donde el principio democrático juega un papel determinante”.
Asimismo, tampoco resulta gratuito que, en los últimos meses, debido muy posiblemente a la cohabitación con ERC y la presión de la CUP, un partido con una tradición tan liberal como CDC hable ahora de nuevo Estado republicano. “Un Estado que no existe y que quizá no llegue a existir nunca. O sí”, admite el autor, pero que evoca ideas como la de la igualdad ciudadana en derecho y obligaciones, participación política, lucha contra la corrupción o virtudes cívicas.
En este sentido, alude a las profundas raíces republicanas del movimiento 15M, pero precisa que la base social a favor del derecho a decidir también las tiene.