El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha superado la cuestión de confianza que él mismo se impuso, únicamente con los votos de la CUP, formación que vetó los presupuestos de la Generalitat de 2016 y que propició esa sesión inédita en el Parlamento catalán. Puigdemont ha recibido la confianza de la Cámara catalana por 72 votos a favor y 63 en contra.
Concluyen así dos jornadas de debate en las que se ha puesto de manifiesto la soledad de un presidente que, obligado a satisfacer a sus socios antisistema, dio una vuelta de tuerca al proceso secesionista y, pese al rechazo que las unilateralidades genera en dirigentes convergentes como Artur Mas o Francesc Homs, prometió la celebración de un referéndum unilateral en la segunda quincena de septiembre de 2017.
PSC, PP, CSQP y Ciudadanos han rechazado dar apoyo a un presidente que propone rupturas sin acuerdo. Y a pesar de que CSQP y PSC le han tendido la mano para negociar un referéndum pactado con el Estado, Puigdemont no ha dado su brazo a torcer y mantiene su promesa de poner las urnas tras la aprobación de las leyes de transitoriedad jurídica. No obstante, ha marcado perfil ante la CUP, a la que ha reprochado que no apoyara las cuentas de 2016, necesarias, dice, para consolidar la arquitectura secesionista. Pero los antisistema no se han comprometido a aprobar los presupuestos de 2017.
La sesión ha estado muy marcada por la política española y las posibles alianzas que podrían producirse si los independentistas dan su apoyo a un gobierno del PSOE, cuya crisis interna también ha estado presente en el hemiciclo catalán.