Un procés atascado frente a un nacionalismo vasco que triunfa en las urnas. O lo que es lo mismo, secesionismo en estado puro frente a un soberanismo moderado que invita a la reflexión. La victoria de Iñigo Urkullu en las elecciones celebradas el domingo en el País Vasco ha hecho aflorar la división interna existente en el independentismo catalán. Mientras ERC y CUP se miran en el espejo de Bildu, la nueva Convergència se cuece en sus discrepancias íntimas. Dirigentes como Artur Mas y Francesc Homs toman nota de los perjuicios de la unilateralidad apuntados precisamente por el líder del PNV, pero la nueva Convergència opta por la ambigüedad presionada por los antisistema. Los elogios del consejero de Cultura, Santi Vila, hacia el triunfo de la centralidad en Euskadi –incluso en Galicia, donde el PP de Alberto Núñez Feijóo ha ganado por mayoría absoluta— escuecen en una órbita secesionista desfondada.
Todo ello se produce en vísperas de la cuestión de confianza a la que se tiene que someter el presidente, Carles Puigdemont, que vive a caballo entre dos mundos, el convergente y el republicano, sin distinguir demasiado su papel institucional con el ideológico. Sus burlas en las redes sociales sobre la debacle de Ciudadanos eran impropias de un presidente, pero calentaban los ánimos --su felicitación al PNV también fue muy tibia.
El referéndum como línea roja
Oficialmente, CDC no tiene a nadie a quien felicitar. Atrás queda aquella alianza con PNV y BNG que traspasaba fronteras en forma de candidatura en las elecciones europeas. Pero la apuesta de los convergentes por la independencia ha roto aquellas complicidades. Más por pura cortesía que por satisfacción sincera, la coordinadora del Partit Demòcrata Català (PDC), Marta Pascal, reconocía la victoria de Iñigo Urkullu y, en clave española, afirmaba que el referéndum es “una línea roja” para su partido de cara a posibles pactos tras unas terceras elecciones que prevé insoslayables.
Con esta invocación al referéndum, Pascal marcaba distancia respecto al PNV, pero también perfil de cara a la cuestión de investidura de Puigdemont, que contará con el apoyo de la CUP, precisamente debido a ese compromiso del PDC con el ejercicio del derecho a decidir. Un compromiso que, sin embargo, no despeja dudas respecto a si ese referéndum será antes o después de que se agote la legislatura. Si será unilateral y/o vinculante.
Las reflexiones de Mas
Esas ambigüedades fueron recogidas en un artículo publicado este fin de semana por el expresidente Artur Mas, quien lamentaba que el procés haya encallado en los últimos meses. Según admitía Mas –no en vano es víctima de su propio plan Ibarretxe--, la base independentista “tiene buenos fundamentos, como quedó patente en la última Diada, pero aún no tiene la claridad y la rotundidad" que necesita "para legitimar ante Europa y el mundo la constitución del futuro estado catalán”.
Unas reflexiones que avalaban las palabras de Iñigo Urkullu sobre el proceso secesionista catalán y que no agradan a ERC, socia de gobierno de CDC. Los republicanos, a través de su portavoz Sergi Sabrià, han felicitado “a los compañeros de Bildu por el buen trabajo hecho y los buenos resultados obtenidos. Ahora hay una mayoría muy importante en el País Vasco a favor del derecho a decidir”.
La CUP también ha felicitado a Bildu, a la que ha expresado su apoyo en diversas ocasiones –Arnaldo Otegi fichó al exdiputado cupaire David Fernández, para su equipo de trabajo—, y reafirmó el referéndum de autodeterminación y el proceso constituyente como instrumentos para lograr la independencia.