El decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Joan Botella, acaba de tomar el relevo de Manuel Cruz como presidente de Federalistes d'Esquerres. Una entidad nacida en 2013, en plena efervescencia del independentismo en Cataluña, que aboga por reformar la Constitución para avanzar hacia un modelo de corte federal y así resolver el denominado encaje de Cataluña con el resto de España. Bajo la nueva presidencia de Botella, la entidad quiere concentrar esfuerzos para extender el federalismo --también entre los más jóvenes-- y como una opción para resolver cuestiones de carácter social más allá de la problemática territorial.
¿Cuáles son los principales objetivos de Federalistes d'Esquerres bajo su presidencia?
Hasta ahora hemos hecho acto de presencia, hemos querido servir de "banderín de enganche" para la gente que mantenía una posición "federalista". Ahora queremos empezar a rentabilizar el capital político que hemos acumulado: presencia pública, acción dirigida a las instituciones, propuestas políticas e institucionales más concretas. Todo ello encaminado a mostrar que el federalismo no habla solo de estructuras territoriales, sino también del resto de problemas políticos y sociales.
¿Por qué Federalistes d'Esquerres? ¿Los hay de derechas?
¡Ya me gustaría! Y algunos sí hay, pero muy discretos. En cambio, lo que no puede haber son izquierdas no federales.
¿No puede haber izquierdas no federales?
La izquierda política ha de dar voz a la gente. Y la gente es diversa, plural, inacabable y, además, cambiante. No es posible gestionar el mundo con una plantilla única, fija, rígida y, además, ¿elaborada por quién?.
¿Hay federalistas en el resto de España o sólo en Cataluña?
Una agradable sorpresa es ver cómo el federalismo es una llamada que atrae a gente en todas partes; lo que ocurre (como el personaje de Molière que hablaba en prosa sin saberlo) es que no usan esa etiqueta para autodesignar su posición política. Esa es nuestra pedagogía.
¿Desde dónde reciben más incomprensión o descrédito hacia sus ideas? ¿Por parte de los independentistas o de los contrarios a la secesión?
Esas dos propuestas políticas también incluyen a bastantes federalistas. El problema es la actitud de fondo que comparten muchas de esas personas (aunque no todas). Lo que es anti-federalista es el nacionalismo. Sea cual sea su bandera.
¿El independentismo catalán es un riesgo real?
¿Riesgo de qué? Cataluña no va a independendizarse de España, en lo que es hoy previsible. Pero en cambio notas las consecuencias negativas, como la obsesión monotemática, las miradas de prevención entre gentes de distinta orientación, la desconfianza que notas en el resto de España, la deriva de los media públicos...
Pero, en relación a su razón de ser como entidad, insisto, ¿qué probabilidades hay de que se materialice la independencia de Cataluña si no hay reformas de calado en España?
"España", sea quien sea, debería tomarse en serio lo que sucede en Cataluña, por dos razones: en primer lugar, porque el movimiento actual se basa en parte --y esto es lo que explica su difusión-- en razones objetivas muy ampliamente compartidas en Cataluña; y en segundo lugar, porque la inactividad del gobierno Rajoy está llevando a una situación cada vez más indeseable. Lo único que le hemos oído decir es que "esto de Cataluña es un lío". Hace falta algo más, ¿no?
De momento, parece que el motivo principal para reformar el Estado es por el tema nacionalista. ¿Las reclamaciones catalanas se pueden extender a otras comunidades si no se reforma?
No comparto esta visión. La reforma federal del Estado es una parte del conjunto de reformas que necesitamos, desde la garantía de los derechos sociales hasta la despolitización de las cúpulas institucionales. Y esta reforma es un solo proceso, porque hemos llegado a la situación actual por culpa de una estructura de poder que no quiere ceder un ápice en sus privilegios, en ningún ámbito: territorial, judicial, financiero.
¿Hay jóvenes en Federalistes? No parece que a los jóvenes les atraiga demasiado la idea del federalismo...
¡Haylos, haylos! Pero es un ámbito en el que queremos concentrar esfuerzos. La movilización política de los últimos años ha incidido, sobre todo, entre los menores de 35 años, pero con frecuencia hacia las propuestas más simples y más contundentes en apariencia. La referencia 'federal' despide un perfume institucional, y para mucha gente esto es poco movilizador, poco enérgico. Pero tenemos las antenas muy orientadas en esa dirección.
¿Se sienten maltratados o ninguneados por TV3? En el pasado, con el anterior presidente hubo cierta indignación por la mofa que desde la televisión pública catalana se hizo de su asociación.
Ha habido ninguneo, en términos generales, y alguna vez nuestro fundador, Manuel Cruz, ha sido objeto de bromitas indeseables por parte de algún personaje graciosillo, en momentos en los que no podía defenderse porque ya no estaba en pantalla. Yo creo que las cosas van a mejorar. Una televisión pública no puede ignorar unos planteamientos ampliamente difundidos en la sociedad, y trabajamos en esa dirección.
En su libro conjunto '¿Qué es el federalismo?' hablan sobre los diversos tipos de federalismo que existen. Ustedes apuestan por un federalismo asimétrico. ¿La Constitución actual no lo contempla ya?
Lo que pasa es que el federalismo que contempla la Constitución del 78 ha quedado "interruptus" por el desarrollo subsiguiente, que ha transformado lo que era un reconocimiento sincero y profundo de la plurinacionalidad de España en un esquema autonómico, que solo sirve para que los grandes partidos amplíen la relación de posiciones a ocupar, y que ha cambiado muy poco la distribución real del poder. Recuerde que AP votó contra el Título VIII de la Constitución, y que hasta 1989 proponía su derogación. Esa posición se ha moderado formalmente, pero el fondo de la actuación de los gobiernos PP ha sido, sin duda, ese. Sobre la asimetría hay posiciones diversas entre las fuerzas políticas de izquierdas, y nosotros tenemos una posición unitaria; pero es obvio que las lenguas minoritarias o las posiciones geográficas son realidades objetivas, cuyo reconocimiento asimétrico no puede verse como un privilegio.