Final de ciclo. Esta es la sensación que crece entre los miembros de la vieja guardia de Artur Mas que todavía ocupan altos cargos en el Gobierno catalán. Tras el correspondiente duelo por la renuncia del expresidente impuesta por la CUP, varios de ellos decidieron abrazar la causa de Carles Puigdemont. Pero el futuro del proceso independentista en general y de estos dirigentes, en particular, es muy incierto. De ahí que muchos de ellos se hayan planteado encomendarse a David Madí, el todavía cerebro en la sombra de la nueva formación independentista, para preparar su futuro profesional. Este es el ascendente que el hoy presidente del consejo asesor de Endesa tiene todavía en el partido, explican a Crónica Global fuentes gubernamentales, conocedoras de esa ambicionada “puerta giratoria”.

Este mes de agosto, aparentemente inhábil en la política catalana, los teléfonos móviles de los altos cargos de la Generalitat han echado humo. Lo que en un principio podía suponer una anécdota, la ridícula fiesta organizada y publicitada por Pilar Rahola amenizada a la guitarra por Puigdemont, ha servido de detonante para que los llamados “Quicos” --en alusión al exconsejero de Presidencia y hombre de confianza de Mas, Francesc Homs-- se planteen si los sacrificios realizados por la extinta CDC han valido la pena. Empezando por la rendición del propio Mas a principios de año y concluyendo con el apoyo gratuito de Homs al PP en la Mesa del Congreso, pues, como se sabe, la vieja Convergència no ha logrado tener grupo propio por primera vez en su historia.

Turull y Vila, "quemados"

La decisión de Jordi Turull de tirar la toalla en la carrera por el control del nuevo PDC --Mas le había prometido ungirle hombre fuerte de la remozada CDC-- para facilitar la renuncia de Germà Gordó, ha sido otra de las concesiones no suficientemente reconocidas por los nuevos dirigentes de esta formación. Estos jóvenes aupados por Artur Mas, autoproclamado presidente del partido, han tardado cinco minutos en lanzar críticas a Homs por su infructuosa estrategia de pactos en Madrid. Asimismo, que el núcleo duro del PDC obligara al consejero de Cultura Santi Vila a presentarse como candidato a presidir el Consejo Nacional para frenar a Mercè Conesa --cosa que no logró-- ha "quemado" a uno de los valores en alza de esta formación. El mismo núcleo duro que dejó solo a Jordi Cuminal ante el fiasco del cambio de nombre de CDC.

Pero el PDC no remonta. Ni electoralmente ni institucionalmente, pues temen que la CUP se niegue finalmente a aprobar los presupuestos de la Generalitat de 2017, cuestión de confianza mediante, y Puigdemont se vea obligado a adelantar de nuevo las elecciones catalanas, mientras que ERC sale bien parada de un procés que no le pasa factura, para desespero de los antiguos convergentes con cargos en el Govern, muy críticos e incluso despectivos con el líder republicano, Oriol Junqueras.