Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) afronta su próximo congreso de refundación en plena debacle electoral. Del análisis de los resultados de las elecciones generales del 26 de junio, se desprende una sangría de votos para una formación que, históricamente, había sido decisiva en el escenario político español.
Si bien es cierto que CDC consolida los 8 escaños obtenidos en la convocatoria del 20D, los convergentes pierden 90.000 votos y no obtienen un porcentaje suficiente que les garantice grupo propio. La implicación de Artur Mas --que aspira a presidir honoríficamente una renovada CDC-- en la campaña del candidato Francesc Homs no ha salvado a esta formación. No es la mejor tarjeta de presentación para el actual aparato de Convergència, que confía en mantener las riendas del refundado partido tras el cónclave que se celebrará del 8 al 10 de julio. El ruido de sables entre Jordi Turull, el candidato oficial --con permiso de Neus Munté--; Germà Gordó, dispuesto a batallar, y los alcaldes que piden paso, puede ser ensordecedor.
Sin victoria en las cuatro demarcaciones
Convergència no ha logrado la victoria en ninguna de las cuatro demarcaciones territoriales. El 20D ganó en Lleida y Girona, donde ahora le ha adelantado ERC, su socia de gobierno. Un dato que puede parecer anecdótico, pero no lo es: CDC no ha mejorado sus resultados en Girona, ciudad natal del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont.
Si CDC fue alguna vez hegemónica en grandes municipios, ahora ya no lo es. En localidades como Manresa, Sabadell o Terrassa pasa de ser quinta fuerza a sexta. En Vic --referente independentista-- se mantiene como primera fuerza, pero pasa de un porcentaje de votos del 34% a 31%. En Badalona se mantiene como última fuerza y sigue perdiendo votos. Y en Sant Cugat del Vallès, cuya alcaldesa, Mercè Conesa, pasa por ser una de las futuras promesas de la remozada CDC --apoyada por el consejero de Territorio, Josep Rull--, abandona la primera posición y se queda segunda.
ERC crece
El batacazo en las grandes capitales es aún más sangrante. CDC baja a ser la quinta formación política en Barcelona, mientras que en Tarragona, el PP le pasa por delante y se queda en quinto lugar.
En términos independentistas, es inevitable comparar los resultados de CDC con los de ERC, partido al alza que crece más de dos puntos (por encima del 18% de los votos), mientras que los convergentes bajan un punto hasta el 14%.
A modo de conclusión, CDC logra unos resultados muy alejados de los de 2011, cuando obtuvo 16 diputados bajo la marca de CiU, frente a los tres escaños de ERC.
Suma poco halagüeña
Incluso la suma de CDC y ERC, en la línea argumental de los secesionistas, no es nada esperanzadora. Mantienen los 17 diputados, muy lejos del 39,6% que los dos partidos consiguieron en las elecciones catalanas del 27-S, bajo el paraguas de Junts pel Sí.
En el Senado, las cifras también son adversas para CDC: dos senadores, frente a los seis de las elecciones del 20 de diciembre de 2015 bajo las siglas de Democràcia i Llibertat.