La encuesta del CIS ha dado el pistoletazo de salida a una campaña electoral sin mayorías claras, lo que obliga a los partidos a buscar estrategias de pacto. Ya lo hicieron tras el 20 de diciembre, pero fracasaron en el intento. Expertos consultados por Crónica Global aseguran que existen numerosos ejemplos de acuerdos gubernamentales, pero en nuestro país todavía no ha arraigado la cultura de coalición.
De cumplirse las previsiones del citado barómetro, PP ganaría en esta segunda vuelta, pero no sumaría con Ciudadanos, partido con el que tiene más afinidad ideológica. Asimismo, la coalición Unidos Podemos podría dar el “sorpasso” y superar al PSOE. La suma de estos partidos de la izquierda tampoco alcanzaría la mayoría absoluta. Queda por concretar el papel que, en esta estrategia de pactos, juegan las formaciones independentistas.
Observatorio de los Gobiernos de Coalición en España (OGC) - CCAA | |||||
234 gobiernos | Gobiernos unipartidistas mayoritarios | Gobiernos unipartidistas minoritarios | Gobiernos de coalición mayoritarios | Gobiernos de coalición minoritarios | Gobiernos de coalición sobredimensionados |
Actualmente | 3 (15,8%) | 11 (57,9%) | 2 (10,5%) | 3 (15,8%) | 0 (0%) |
Histórico | 85 (36,3%) | 53 (22,6%) | 56 (23,9%) | 37 (15,8%) | 3 (1,3%) |
¿Pero por qué cuesta tanto a los políticos alcanzar acuerdos de gobierno? El politólogo Oriol Bartomeus considera que en España no existe cultura de tradición porque “hasta este momento no ha sido necesario pactar para dar estabilidad a los gobiernos, ya que los resultados (junto con el sistema electoral) han permitido que un solo partido obtenga un apoyo suficiente para formar y mantener el gobierno”.
Añade que “la cultura de coalición, como toda cultura, se aprende a base de necesidad, y hasta hoy no ha habido esa necesidad, con lo que los partidos no han tenido incentivos para generar la tradición pactista. A partir de ahora tendrán que generar esa tradición”.
En cambio, en otros países, “los resultados electorales han obligado desde hace mucho a crear coaliciones como la única salida para generar y mantener mayorías gubernamentales”. Y pone como ejemplo el caso Holanda, Bélgica, los países escandinavos, Italia o Alemania. “La mayoría de los gobiernos europeos son, desde hace décadas, gobiernos de coalición, de manera que allí hace mucho tiempo que se han generado dinámicas y tradiciones de tipo coalicional”, indica.
Tensiones normales
¿Miedo a gobierno estables? Para el profesor de Sociología de la Universidad de Zaragoza, Pau-Mari Klose, "los enfrentamientos entre los socios de gobierno son habituales. La diferencia es que son más asumibles si se enmarcan en una cultura de coalición asentada, cosa que no ocurre en España, no a nivel general, pero sí en muchos municipios”.
“Las coaliciones funcionan en muchas comunidades autónomas y ayuntamientos desde hace décadas”, explica el profesor. Las tensiones internas, que considera normales, provocan “una tendencia a incrementar el gasto público para tener contentos a los socios. Pero, más allá de este detalle, las coaliciones funcionan”.
Añade que los gobiernos de coalición “suelen ser más estables que los gobiernos en minoría apoyados externamente de manera circunstancial por distintos partidos. Y no hay evidencia de que produzcan peores políticas o conduzcan a peores resultados económicos y sociales. Las coaliciones son a veces necesarias para acometer grandes proyectos que reclaman consensos amplios”.
El caso catalán
Mención aparte le merece el caso de Cataluña, donde ha habido coaliciones desde los inicios de la democracia. “CiU era una coalición, que terminó rompiéndose después de muchos años juntos. El tripartito fue una coalición, que con sobresaltos, duró dos legislaturas. El gobierno actual fue una coalición, y el anterior se sostuvo sobre un acuerdo de legislatura entre CiU y ERC que tiene muchos rasgos propios de una coalición, y finalmente acabó como coalición”.
Actualmente, CDC y ERC forman “una coalición minoritaria que se ha atado de manos y pies para depender de algo tan volátil e imprevisible como el apoyo de la CUP. En estas condiciones es previsible que la coalición tenga dificultades para sacar adelante proyectos legislativos o el presupuesto, y eso genere, en combinación con las diferencias habituales que encontramos en los gobiernos de coalición, fuertes tensiones internas”. Si a esto se le suma, añade, la debilidad electoral del socio principal de la coalición (CDC), la inestabilidad está servida. La situación catalana es totalmente anómala, en muchos sentidos”.