Unió Democràtica de Catalunya (UDC), al igual que sus exsocios de Convergència, también está en fase de regeneración. Y Roger Montañola (Barcelona 1986) está dispuesto a pilotarla.
Este licenciado en Ciencias Políticas, secretario de Política Sectorial de UDC y que durante cinco años fue diputado en el Parlamento catalán, cree que el catalanismo debe adaptarse al siglo XXI y que la formación democristiana, por sí sola, no podrá hacerlo. De ahí la necesidad de crear un espacio “joven y fresco” que ocupe ese espacio actualmente huérfano.
Montañola considera que sería un error no reconocer que UDC “está en un momento extremadamente delicado, pero el espacio que representa existe. Me resisto a creer que en este país se tenga que ser independentista y pactar con la CUP o formar parte de partidos sin base catalanista”. Pero considera que UDC “no puede ocupar sola ese espacio, tiene que haber algo nuevo, algo diferente. Ese algo implica defender un catalanismo moderado desde una perspectiva fresca y joven, que apueste sin miedo por una economía que premie el riesgo y el éxito. Un partido que no tenga miedo de defender a los Mossos frente a los bárbaros que hay en nuestra sociedad”. Se trata de un espacio que “se empieza a cocinar, pero no acaba de existir”. Y que le gustaría liderar. “Todo el mundo que me conoce sabe que la política me apasiona. Me ponía nervioso cuando veía a diputados del Parlamento catalán leyendo. La política es vocación, se lleva o no se lleva dentro. ¿Si me veo como líder? Sí me veo. Por poco que pueda voy a dar guerra”.
Montañola hace autocrítica respecto al fallido intento de UDC de obtener representación parlamentaria en las autonómicas del 27S y en las generales del 20D. “No hemos generado ilusión. El estado emocional superó de forma espectacular al estado racional en las elecciones del 27S. Nosotros llevábamos un mensaje muy racional, mientras que nuestros adversarios jugaron un papel mucho más sentimental. Veníamos de una ruptura muy traumática, tanto entre UDC y CDC como dentro de Unió. Nos faltó transmitir un modelo acorde con el siglo XXI. Ahora toca pensar desde cero, encontrar a la gente que comparte esta idea de orfandad del catalanismo moderado”.
Duran, ¿un lastre o un activo?
¿Duran es un lastre o un activo en ese nuevo futuro catalanista? “Yo creo en los referentes y en la jerarquía. Eso de que todos somos iguales no va conmigo. En UDC llevo meses defendiendo la necesidad de mirar más allá, hacia algo más joven. Eso no significa que tengamos que renegar de 80 años de historia. Tengo admiración y respeto por quienes han liderado UDC”. En el terreno ideológico, muy acusado en UDC --posturas en contra del aborto o de la adopción de parejas gay...--, Montañola afirma que también tiene que haber renovación.
“No es UDC la que va a tener que hacer una propuesta electoral en solitario. Tendrá que ser algo mayor, algo nuevo que debe adaptarse al siglo XXI con todo lo que eso implica. Yo defiendo posturas más liberales en esos temas, pero hay gente que tiene unos valores en UDC que hay que respetar. Las cuestiones morales son de cada uno. Aunque también niego la mayor, porque se intentó dar la imagen de que íbamos contra todo”.
Respecto a los postulados independentistas, Montañola afirma que “el pacto siempre es la vía. Vengo de una cultura catalanista y entiendo determinados planteamientos. Pero hay que tener en cuenta que vamos hacia un mundo conectado. España ya no es independiente, sus políticas dependen de Europa. Hay que abrir la mente y ver que cada uno se puede sentir como quiera, o más catalán o más español, pero debemos adaptarnos a un mercado global”.
En este sentido, advierte de que “nuestros estudiantes deben entender que no van a trabajar en Madrid o Barcelona, sino en Luxemburgo, Shanghái o Río de Janeiro. O entendemos que el mundo ha cambiado para siempre o es que estamos muy perdidos. La política es muy reactiva ante los cambios. Yo siempre he tenido la senyera en casa, pero mi bandera es la europea”. Considera que “debería haber un referéndum, pero no acepto una independencia unilateral cuyos costes no podremos asumir. Uno no es menos catalanista por no creer en un proceso que no conduce a nada porque nada se está haciendo. No se puede. No comparto nada con la CUP, pero al menos son coherentes y defienden la desobediencia”.
Un think tank transversal
En paralelo a sus inquietudes políticas, este aficionado al esquí, al golf, al wakeboarding y al piano, pilota el think tank Twenty50, cuya puesta de largo tuvo lugar en pasado mes de marzo en un acto donde el cazatalentos Luis Conde intervino como maestro de ceremonias.
“Es un espacio que ya existe en Dubái, en Madrid, o en Londres, donde se encuentra gente que pertenece a una generación concreta. Jóvenes que pertenecen al periodismo, a la emprendeduría, la ciencia o la política. Tenemos miembros que van desde ERC al PP, pero no es una plataforma política. No tenemos ideología, hay gente comunista y libertaria, independentistas y españolistas. Ni se habla de política ni invitamos a políticos ni pretendemos influir”.
¿Una “generación perdida” ante el fenómeno del 15M o de los okupas? “En mi generación hay gente que piensa como yo, otros se manifiestan en Gràcia. Pero se ha creado una cultura de poco incentivo al riesgo, a la innovación o al emprendimiento, sea social o económico. ‘No te preocupes que papá Estado va a estar ahí’, piensan algunos. Debe haber un Estado del bienestar, pero los incentivos no deben basarse en el subsidio. Lo importante es que a aquel que quiera emprender, se le ayude. Hay quien cree que la economía es el Estado, pero yo creo que la economía es otra cosa. No todo puede basarse en los recursos públicos”.