Los presupuestos de la Generalitat para 2016 contemplan una partida de 48,5 millones para la hacienda propia, es decir, para sentar las bases de una independencia fiscal como pilar de un hipotético estado propio. Ese gasto, un 35% superior al de las cuentas de 2015, tiene como prioridad el despliegue de la administración tributaria catalana, la prevención y reducción del fraude fiscal, el impulso del desarrollo y transformación de los sistemas de información y comunicación de la administración tributaria y la mejora y proximidad de los servicios al contribuyente.
Todo ello con la vista puesta en redimensionar la Agencia Tributaria de Cataluña (ATC) para lograr “la plena asunción de las funciones de aplicación de los tributos sobre los que se tienen competencias”, así como la implementación completa de los procedimienos de recaudación ejecutiva.