Poco o nada queda de la lealtad que la CUP prometió a Junts pel Sí a principios de legislatura. Sus votos permitieron hacer presidente de Carles Puigdemont, pero ahora solo sirven para visualizar la soledad parlamentaria de Convergència, pues según se comenta en los corrillos parlamentarios, ERC se arrima cada vez más a los postulados antisistema.
La subida de impuestos anunciada por el vicepresidente republicano Oriol Junqueras es un guiño a la CUP, es decir, una inversión de futuro si, como se teme en Convergència, la coalición gubernamental se rompe antes de tiempo.
Lejos de establecer complicidades con Puigdemont, los antisistema están organizando una especie de Govern en la sombra que incluye propuesta presupuestaria para 2016, hoja de ruta secesionista, nueva ley de educación y penetración en las entidades sociales independentistas, el Asamblea Nacional Catalana (ANC) y la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI)
Subida de impuestos
Los antisistema presentan hoy los llamados “presupuestos de la ruptura”, es decir, su propuesta para las nuevas cuentas del Gobierno catalán. Como se sabe, Puigdemont aún no ha presentado los presupuestos porque carece de suficientes apoyos parlamentarios, dado que la CUP ya ha advertido de que no secundará una propuesta “autonómica” y poco social. La subida del IRPF a las rentas más altas anunciada por Junqueras cuenta con el rotundo rechazo de CDC, pero supone una aproximación a las tesis fiscales de la CUP. El guiño hacia los antisistema por parte de ERC es demasiado evidente.
Asimismo, los cupaires presentaron semanas atrás su propia hoja de ruta independentista que va más allá de los 18 meses de legislatura pactados con JpSí, pues supone un ultimátum: si el 10 de enero de 2017, fecha en la que se cumple un año de la investidura de Puigdemont, “JpSí no ha hecho ningún paso claro en el camino hacia la ruptura, algo palpable que vire también en el discurso público y político de contención, la CUP debería organizar una conferencia nacional” con la finalidad de replantearse su alianza.
Presión social
Presión política, pero también social. Porque los antisistema protagonizan una intensa ofensiva junto a ERC para penetrar en las dos entidades sociales encargadas de movilizar el independentismo en la calle, la ANC y la AMI. Las luchas intestinas que preceden al relevo de la cúpula de la ANC se deben al intento de la izquierda independentista por relevar a CDC del poder de una plataforma que en su día cerró filas con el expresidente Artur Mas.
En paralelo, la presidenta de la AMI, Neus Lloveras (CDC) mantiene una explícita disputa con la CUP, pues la convergente rechaza la desobediencia que los antisistema imponen a los alcaldes y concejales investigados por apoyar la resolución de ruptura aprobada en el Parlament el 9N.
Escuelas de élite
Por otro lado, la CUP secunda la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) presentada en la Cámara catalana por un grupo de entidades que quieren sustituir la actual Ley de Educación de Cataluña por un nuevo texto que blinde la escuela pública y, por tanto, elimine los conciertos con colegios de élite que segregan por sexo. La ILP se debatirá en el pleno de la próxima semana, pero no prosperará, dado que JpSí y el PP han presentado enmiendas a la totalidad.
Las subvenciones a esos centros privados también han visualizado las diferencias entre CDC y ERC (aunque en este caso, a Junqueras le pueden más sus creencias religiosas), así como las afinidades entre republicanos y antisistema.