La voluntad del PSC de formar parte del gobierno municipal de Ada Colau se mantiene, aunque las negociaciones se han visto interrumpidas por el rechazo de la CUP a la prórroga presupuestaria de la alcaldesa de Barcelona. Los socialistas y ERC sí apoyan las cuentas, pero sus votos no son suficientes.

El revés presupuestario ha vuelto a evidenciar la debilidad de la primera edil, algo que los socialistas quieren aprovechar por un doble motivo: responsabilidad municipal e interés partidista.

Desbloqueo

En conversación con Crónica Global, el líder del PSC en el Ayuntamiento de Barcelona, Jaume Collboni, afirma que la presencia socialista en el equipo de gobierno "permitiría desbloquear numerosos proyectos de la ciudad, ahora parados", debido a la estrategia pasiva de Colau.

La marca Barcelona tira, efectivamente, pero desde que la líder de BCN Comú asumió las riendas municipales en mayo de 2015, "solo se han aplicado políticas regresivas", comenta Collboni. Moratorias hoteleras, limitación de las terrazas… En pararelo, la brecha económica entre barrios no para de crecer.

Por ello, Collboni no quiere limitarse a "dirigir una sola concejalía", sino que exige presencia transversal "en las áreas económicas y sociales. Queremos presencia en áreas decisivas". El dirigente socialista confía en que la CUP cambie de actitud y se de cuenta de que su bloqueo no conduce a nada. Será entonces cuando los socialistas retomen las negociaciones con la alcaldesa.

Tiempos convulsos

También hay un motivo político en la decisión de los socialistas de entrar en el gobierno de Colau. Corren tiempos convulsos para el PSC, que vive la resaca del plante de Carme Chacón como cabeza de lista para las generales y afrontan un ciclo electoral adverso, según las encuestas de intención de voto. Recuperar parcialmente el poder del gobierno barcelonés --atrás quedaron los felices años de Pasqual Maragall o Joan Clos-- puede suponer un revulsivo para esta formación, que lucha por no verse fagocitada por la órbita de Podemos.

Gobernar junto a Colau puede tener sus costes, admite Collboni, "pero quedarse en la oposición y dejarse arrastrar por la atonía de Colau también". Queda mucho mandato y no es posible adelantar elecciones en el ayuntamiento barcelonés, que debe renovarse en 2019.