La nueva fachada del Gran Teatre del Liceu no deja a nadie indiferente. Sobre todo en el Ayuntamiento de Barcelona, donde el controvertido proyecto del arquitecto Frederic Amat ha provocado un cisma entre defensores y detractores.
La decisión está en manos de los expertos, pero cuenta con el rechazo de la concejal del distrito de Ciutat Vella, Gala Pin --que forma parte del núcleo duro de la alcaldesa, Ada Colau--, mientras que la comisionada del Cultura del ayuntamiento, Magda Sureda, se muestra favorable a la reforma.
Sobrevivir al incendio
El proyecto tiene un coste de 195.000 euros que pagará íntegramente el mecenas del Liceu, Josep Sunyol, quien se enamoró de la propuesta de Amat. A simple vista cuesta entender el significado de esos 170 semicírculos de cerámica de color rojo intenso que jalonarán los muros del histórico edificio, pero según los creadores, emulan la platea del gran teatro.
Las obras incluyen la muy necesaria restauración de la fachada, que sobrevivió al incendio del Liceu ocurrido en 1994, pero contiene algunas piezas muy deterioradas, como por ejemplo el gran balcón corrido y el reloj que corona el edificio. Sunyol abogó por la reforma integral propuesta por Amat. Y en los tiempos que corren, no es frecuente que un mecenas invierta tanto dinero en un proyecto de estas características.
ICUB 'versus' técnicos municipales
La decisión final está en manos del Consejo Asesor de Arte Público de Barcelona, pero sus miembros están divididos, pues los técnicos municipales rechazan la nueva fachada, mientras que los representantes del Instituto de Cultura de Barcelona (ICUB) la apoyan. La decisiones de este órgano de nueva creación no son vinculantes. Está previsto que la reunión se celebre el 20 de abril, pero es posible que se adelante la fecha, dado que en breve se tiene que convocar la Comisión Territorial de Patrimonio, donde participan el ayuntamiento y la Generalitat. El consistorio quiere asistir a esta comisión con una propuesta. Y aunque el Gobierno catalán tiene voto de calidad, casi siempre se han tomado las decisiones por consenso.
No parece que el consejero catalán de Cultura, Santi Vila, esté entusiasmado con la obra pues, según ha declarado, una de las ventajas del proyecto es que es "reversible", un requisito que la ley contempla para las reformas de los bienes culturales de interés nacional, como es el caso del Liceu.
Las relaciones entre la primera edil y el Gran Teatre del Liceu no son precisamente amigables. Para Barcelona en Comú, partido al que pertenece Colau, el Liceu representa a un sector social que se encuentra a años luz de sus postulados ideológicos: la burguesía catalana. La alcaldesa renunció al palco municipal, rompiendo una tradición que se remontaba a 1850. Asimismo, el proyecto de suprimir el tráfico en las Ramblas limita el acceso al emblemático edificio.