El líder de Ciudadanos (C’s), Albert Rivera, está aprovechando la etapa de negociaciones post 20D para acaparar un protagonismo por el que muy pocos apostaban a tenor de los resultados electorales obtenidos por su partido.
El impasse de las últimas semanas le ha permitido agrandar su figura política y aparecer ante la opinión pública como un mediador necesario entre PP y PSOE. Rivera ha sabido mostrarse como el dirigente que, para muchos analistas, mejor representa la centralidad y la moderación.
Sus intervenciones en los debates de investidura de la semana pasada --una encuesta de eldiario.es le daba a C’s la mayor subida en expectativa de voto-- así como sus movimientos previos --cerrando un acuerdo con Pedro Sánchez-- y posteriores --insistiendo en la necesidad de que el PP se sume a ellos-- han consolidado la imagen de político conciliador que ha cultivado. Una estrategia que el presidente de la formación 'naranja' ha combinado con algunas acometidas calculadas y puntuales.
Ducha escocesa calculada
Este martes por la tarde, junto al PSOE, Ciudadanos ha instado oficialmente a PP, Podemos, IU, Compromís y PNV a iniciar "de inmediato" una ronda de negociaciones para constituir un nuevo gobierno "lo antes posible".
Horas antes, en una entrevista en Antena 3, Rivera lanzaba dos advertencias a Rajoy y a Sánchez. Por una parte, abría la puerta a un gobierno del PP apoyado por el PSOE y C’s, pero con la condición de que el candidato no fuera Rajoy. Por otra, subrayaba que en el pacto con el PSOE "no está escrito" que el líder de un hipotético ejecutivo tuviera que ser Sánchez. Descartados Rajoy y Sánchez como candidatos, Rivera se mostró receptivo a un gobierno compuesto por figuras independientes procedentes de la sociedad civil, el mundo económico o el ámbito académico.
¿La presidencia del Gobierno como objetivo?
Populares y socialistas rechazaron inmediatamente los planteamientos de Rivera, pero este ha conseguido, una vez más, llevar la iniciativa y apropiarse del papel protagonista en las negociaciones, manteniendo la equidistancia respecto a los dos partidos principales y dejando en el extremo a Podemos.
Rivera está sabiendo jugar con los tiempos hasta situarse en una posición que le permite optar a cualquier cargo, también al de presidente de Gobierno, especialmente si la demoscopia le es favorable o si una 'gran coalición' o algún tipo de acuerdo de gobernabilidad entre PSOE y PP acaba ganando enteros, ya sea para evitar unas nuevas elecciones o precisamente como consecuencia de ellas.