Tal como estaba previsto, Pedro Sánchez no ha logrado los apoyos necesarios para ser investido presidente en la primera votación. Necesitaba 176 votos, dado que el Congreso se compone de 350 diputados. El socialista ha obtenido 130 votos a favor --los de PSOE y Ciudadanos--, 219 en contra y una abstención --de Coalición Canaria--.

Lejos de la mayoría cualificada necesaria, el socialista se someterá a una segunda vuelta el viernes, en la que solo necesita mayoría simple. Sin embargo, el líder del PSOE lo tiene difícil, pues necesita la abstención de Podemos o del PP. Y el tono utilizado por los dirigentes de ambas formaciones en los debates no son demasiado esperanzadores. En general, el jaleo, las provocaciones y la pose mediática han caracterizado este pleno de investidura.

Bronca

La sesión arrancó el martes con el discurso de Pedro Sánchez, muy crítico con el PP. Habló de diálogo y acuerdo, para sumar a Podemos, formación a la que advirtió de que solo hay dos posibilidades, o “un pacto progresista o Rajoy”.

El presidente en funciones, que ha desistido de buscar apoyos en estos dos meses de negociaciones, ha replicado hoy a Sánchez con una intervención durísima, muy agresiva con el PSOE. Igualmente bronco ha sido el líder de Podemos, Pablo Iglesias, en una primera intervención parlamentaria que sonó a mitin, pues vinculó al PSOE con la "cal viva" y la guerra sucia de los GAL y al PP con el franquismo.

Reclamaciones independentistas

Por su parte, el “socio” de investidura de Sánchez, Albert Rivera, defendió el pacto suscrito entre Ciudadanos y PSOE, e hizo un llamamiento al sentido de Estado del resto de formaciones.

Después vino el turno de los grupos independentistas. Especialmente incendiario fue el portavoz de ERC, Joan Tardà, que habló de “genocidio” y “castración química” de Cataluña, acusando al PSOE de ser cómplice de la misma. El portavoz de Democràcia i Llibertat, Francesc Homs, fue más moderado, pero coincidió en la reclamación de un referéndum.