Hasta hace dos años, era un perfecto desconocido. Hoy, Pedro Sánchez se somete a su primera sesión de investidura como candidato a la presidencia del Gobierno español. Lo hace sin haber ganado las elecciones generales del 20 de diciembre y sin tener garantizados los apoyos suficientes. Al menos aparentemente.

Porque el aplomo demostrado en los últimos días indica que, o bien tiene un as escondido en la manga o bien ha decidido confiarse a la suerte del novato. Regeneración, reforma constitucional y, sobre todo, la necesidad de un nuevo Gobierno progresista, serán los ejes de un discurso que sonará a sabido, después de dos meses de comparecencias, reuniones y negociaciones.

El líder del PSOE presenta hoy sus credenciales en el Congreso avaladas por Ciudadanos, formación con la que solemnizó un programa de gobierno en plena negociación con Podemos. La sesión de hoy viene precedida de una serie de propuestas asimétricas presentadas in extremis al resto de grupos parlamentarios que ha sublevado a sus correspondientes líderes.

Primarias 

Desde que en junio de 2014 anunció su presentación a las primarias del PSOE para sustituir a Alfredo Pérez Rubalcaba, la vida política de Pedro Sánchez Pérez-Castejón (Madrid, 1972) ha sido trepidante. Nunca fue miembro de la ejecutiva del PSOE ni de su comité federal, pero logró vencer a Eduardo Madina en esa pugna abierta a la militancia por el liderazgo del partido.

Esas mismas bases del partido avalaron el pasado sábado la estrategia de pactos que le han llevado a presentarse a la investidura. La pasividad negociadora de Mariano Rajoy se lo ha puesto fácil y aunque el Rey le encargó la formación de gobierno, no tiene garantizado el número suficiente de votos para ser designado presidente.

Deriva electoral

El acuerdo firmado con la formación naranja calmó los ánimos de la temperamental Susana Díaz, su eterna rival desde que, hace apenas 20 meses, asumió las riendas de un partido electoralmente a la deriva. Previamente ya había intentado hacerse un hueco en la dirección del partido pues, en 2011, compitió con Tomás Gómez para ser candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Pero fracasó.

Hasta que llegó su hora, Pedro Sánchez alternó los estudios --desde 2012 es doctor en Economía y Empresa-- con su escaño en el Congreso. Tras la victoria en las primarias de 2014, Sánchez encomendó los contenidos de su discurso a un equipo de veteranos socialistas integrado, entre otros, como los exministros Jordi Sevilla y Ángel Gabilondo, el exlendakari Patxi López o Rafael Bengoa, asesor de Barak Obama, mientras que el marketing como candidato fue asumido por Verónica Fumanal, exasesora de Albert Rivera, presidente de Ciudadanos y “socio” en el proyecto de cambio que hoy presentará el socialista en el Congreso.

Fumanal enseñó a Sánchez la importancia de las cuotas mediáticas --el socialista se ha paseado por numerosos programas de entretenimiento-- y las técnicas electorales utilizadas por Obama, el referente político del candidato.

Casado y con dos hijas, este exjugador de baloncesto se confiesa ateo.