Oficialmente, el rey Felipe hace gala de una prudencia exquisita en materia política. Pero el país vive una situación excepcional derivada del último ciclo electoral. Por un lado, el bloqueo en la formación del nuevo Gobierno tras las elecciones del 20D. Por otro, el proceso secesionista catalán, que sigue su curso. Por ello, el monarca se encuentra en la encrucijada de mantener su neutralidad o tomar posiciones.

Según ha podido saber Crónica Global, en sus recientes encuentros con dirigentes políticos el Rey ha planteado la reforma constitucional como vía de conciliación política. La concreción de esa reforma es algo que corresponde a los partidos, pero el hecho de que se tenga que abordar la igualdad de sexos en la sucesión de la Corona, podría facilitar ese paso al frente del Rey, quien, por otro lado, necesita ganar legitimidad tras el enjuiciamiento de su hermana, la Infanta Cristina, por el caso Nóos.

Revulsivo

Su padre, el rey Juan Carlos, reconcilió la monarquía con la ciudadanía defendiendo la democracia y la Constitución en el intento del golpe de Estado del 23-F, mientras que su hijo necesita también de un revulsivo frente a formaciones políticas emergentes que cuestionan el papel de la Corona. 

Quienes han tenido ocasión de reunirse con el monarca en la ronda de contactos previa a la investidura del futuro presidente español, aseguran que Felipe está perfectamente informado de todos los temas de actualidad política, social y económica.

Tantear el consenso

“Formula preguntas directas, pero no toma partido”, asegura un dirigente político conocedor de esos encuentros. Y aunque se abstiene de formular propuestas concretas, ha aprovechado esas entrevistas para valorar el grado de consenso que genera la reforma de la Carta Magna.

En pleno proceso negociador, donde se impone el tacticismo, las formaciones se resisten a profundizar en este asunto. Incluso el PSOE, que ha convertido la reforma en uno de sus proyectos estrella, ha formulado una propuesta muy vaga en el documento enviado al resto de partidos. Buscar un denominador común es, de momento, el punto de partida.