Convergència ha dado un vuelco casi copernicano a su postura sobre el Ebro en los últimos tres lustros. De votar junto al PP el muy polémico Plan Hidrológico Nacional de Aznar en 2001, a encabezar una manifestación contra el último plan del Gobierno para el río. Algo que puede explicarse en parte por el proyecto independentista. Pero también –y una cosa va unida a la otra– por su cambio de aliados en estos años.
El consejero de Territorio y Sostenibilidad, el convergente Josep Rull, y el portavoz parlamentario de JxSí, Jordi Turull, desfilaron este domingo en cabeza de la manifestación en Amposta (Tarragona) contra el Plan Hidrológico de la cuenca del Ebro 2015-2021, recientemente aprobado por el Gobierno en funciones. El plan contempla que, a su paso por Tortosa, cerca de la desembocadura, el Ebro tenga un caudal mínimo garantizado de 3010 hectómetros cúbicos anuales. Es decir, que el resto del caudal puede destinarse, antes de su llegada a este punto, a otros usos, como riego o trasvases.
Las cifras de ahora y de 2001
La Generalitat propugna otras cifras, consensuadas el pasado verano con entidades del territorio: un caudal mínimo de 9.907 hm3 en años húmedos, de 7.732 en años normales, de 5.871 en años secos, y de 3.750 en años de sequía. Cantidades muy por encima de lo aprobado por el Gobierno. Pero por debajo de lo que avaló CiU con su voto al PHN en 2001, cuando se garantizaba un caudal mínimo de 3.156 hm3.
El plan aprobado ahora plantea exactamente los mismos caudales mínimos para la desembocadura del Ebro que su predecesor, para el quinquenio 2010-2015 –pero que se aprobó en 2014, tras años en que el Ejecutivo procuró evitar el espinoso asunto del río–. Entonces ya se opuso la Generalitat, con el entonces titular de Territorio, Santi Vila, en cabeza.
El factor ERC
Este cambio de criterio de CDC se podría explicar por las diferentes circunstancias políticas de cada momento. En 2001, con el pacto del Majestic reciente, los convergentes tenían aun una buena sintonía con el PP. El giro independentista de CDC quedaba aun muy lejos, y el partido se contentaba con pactar inversiones en Cataluña a cambio de sus votos. De hecho CiU lamentó profundamente que el Ejecutivo socialista de Zapatero derogara el plan porque se evaporaba la inversión que lo acompañaba.
Muy diferentes son las compañías actuales de CDC. En 2014 necesitaban el apoyo externo de ERC, y ahora los republicanos incluso participan en el gobierno. Y no hay que olvidar que ERC se significó especialmente –junto con los ecologistas de ICV, y quizás más– en su oposición al PHN de Aznar. Algo que les proporcionó la recompensa de una cierta implantación en las comarcas de las Terres de l'Ebre, un territorio antes notablemente refractario a sus planteamientos.