Las redes sociales se han vuelto una herramienta imprescindible para los líderes políticos. Pero ¿se abusa de esta plataforma de comunicación? El reciente cruce de tuits entre Pablo Iglesias (Podemos) y Pedro Sánchez (PSOE) ejemplifica cómo una cuestión tan trascendental como la estrategia de pactos para formar gobierno es aireada y desmenuzada en esos canales. Los expertos consultados por Crónica Global valoran positivamente esta nueva forma de expresión, pero advierten de sus inconvenientes.
El profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) Oriol Bartomeus cree que este tipo de tuits es “otra manera de hacer comunicación política”, aunque precisa que “es erróneo plantearlo como una acción de transparencia". “Es una nueva vía de comunicación/intoxicación o tiene como objetivo influir en los medios para que estos repiquen el mensaje”, añade.
Woody Allen y el sexo
Para el periodista y asesor de comunicación Jordi del Río, “es el uso que se hace de Twitter el que puede incidir en un cambio de paradigma político, no la herramienta en sí. A no ser que seas un hipócrita, si eres frívolo tenderás a ser frívolo en el uso de las redes sociales”. Añade que “la aparición de la figura del Community Manager puede llegar también a devaluar la autenticidad de ese uso y contenido”. Entiende que “priorizar públicamente, con la limitación de 140 caracteres, que has mantenido una conversación telefónica sin más, me retrotrae a mi adolescencia. Al final, con la transparencia y las redes sociales en política nos puede pasar como le pasa al sexo en las películas de Woody Allen, que todo el mundo habla de él, pero pocos lo practican”.
Antoni Gutiérrez-Rubí, asesor de comunicación y consultor político, considera positivo que los electores puedan acceder al making of de los contactos políticos. “Los ciudadanos piden transparencia y las redes sociales la proporcionan. Pero saber qué hay detrás, cómo se hacen las cosas, también es muy importante”, explica en relación a los contactos mantenidos entre los líderes políticos y publicitados en Twitter. Destaca la dimensión pública de las redes sociales, que sin ser un medio de comunicación, es un espacio comunicativo.
El tiempo en política
Respecto a los supuestos perjuicios de la inmediatez, Gutiérrez-Rubí indica que la rapidez “también contribuye a crear un clima de opinión. El tiempo en política es muy importante, su gestión es un factor clave, no siempre se trata de esperar”. Considera que hay que abrir la mente respecto al papel del Community Manager, “pues forma parte de un equipo de campaña cuyo trabajo va más allá de esta figura”.
El analista y politólogo Ignacio Martín Blanco no cree que las redes sociales conduzcan necesariamente a la banalización de la política. “Lo que sí que es cierto es que facilitan la labor a ciertos políticos frívolos que tienden a banalizar la política, pero se trata, insisto, de políticos frívolos que de no existir las redes sociales se las ingeniarían para banalizar igualmente la política. El ejemplo del cruce de declaraciones entre Sánchez e Iglesias podría perfectamente haber tenido lugar en sendas ruedas de prensa de ambos líderes, sin la mediación de ninguna red social”, explica.
La tiranía de lo instantáneo
Recuerda que “Ortega, que era filósofo pero que también hizo política, advertía sobre la tiranía de lo instantáneo que imponían los medios de comunicación de masas. Decía que ‘la vida real es de cierto pura actualidad; pero la visión periodística deforma esta verdad reduciendo lo actual a lo instantáneo y lo instantáneo a lo resonante’. Pues bien, ahora esa tiranía de lo instantáneo no solo la ejercen los periodistas, sino que lo hacen también algunos políticos”. Obviamente, añade, “las redes sociales son terreno abonado para el desempeño de esa tiranía de lo instantáneo.
El profesor de Sociología de la Universidad de Zaragoza, Pau Mari-Klosa, considera que "este tipo de política de comunicación alimenta una expectativa de transparencia absoluta, que promueve la sobre-exposición y con ello los riesgos de meter la pata. Los políticos se ven empujados a rendir cuentas contantemente, lo que condiciona sus comportamientos, no necesariamente para bien". Añade que "la dilación en la respuesta, que puede ser aconsejable cuando un asunto reclama reflexión, se contemplan cuidadosamente las alternativas o conviene consultar las decisiones, es penalizada por un público predispuesto a decepcionarse rápidamente con políticos que no ofrecen al instante sus puntos de vista.
Para este profesor, "el problema posiblemente no sean las redes en sí mismas, sino que puedan llegar a desplazar o sustituir otras formas de deliberación política. En ese sentido, Podemos es paradigmático. Es un partido con 'círculos' cada vez menos operativos, reemplazados por una actividad frenética en el ciberespacio".
"Hacer política se está convirtiendo para muchos de ellos en discutir la última maniobra o expresión de intenciones de su dirigencia, anunciada a bombo y platillo por sus líderes en las redes, e inmediatamente difundida, celebrada y jaleada por sus seguidores. Fomenta una democracia de audiencias, donde los políticos han de mostrar constantemente su mejor cara y tienen muy difícil tomar posturas impopulares (pero quizás necesarias) que requieren explicaciones más elaboradas y reflexivas que las que permiten las redes".