El alto precio que ha pagado la CUP por evitar nuevas elecciones plantea muchas incógnitas. Por ejemplo, la dimisión de Antonio Baños. Falta perspectiva, pero ¿era necesario que el hasta ahora líder de los antisistema tirara la toalla cuando ha sido Artur Mas quien ha reculado?

La marcha de Baños, en la que posiblemente pesaran más las divergencias internas existentes en la CUP, fue el presagio de un cisma en esta formación que, a diferencia de otras decisiones menos determinantes, no ha sometido este pacto final a la aprobación de sus bases. Y eso que supone prácticamente una inmolación. ¿Por qué la CUP no ha convocado una asamblea para dar el visto bueno al futuro presidente, Carles Puigdemont, y a la decisión de que dos diputados se integren en Junts pel Sí?

Transfuguismo

Los antisistema han aceptado utilizar una técnica parlamentaria que cuenta con grandes detractores como es el transfuguismo para “corregir el veredicto de las urnas”, como ha dicho hoy el presidente Artur Mas.

Fueron los primeros en proclamar que el independentismo había perdido el plebiscito en las elecciones del 27 de septiembre. Pero ahora, aceptan forzar la normativa para convivir con Junts pel Sí e incluso renovar su propio grupo parlamentario par dar una sensación de cambio demasiado prematura, pues sus diputados apenas se han estrenado en esta legislatura. Todo ello supone un sacrificio muy alto que difícilmente va a tener una compensación electoral.

Por otro lado, la CUP se ha comprometido a no votar junto a PSC, PP, Ciudadanos o Catalunya Sí Que Es Pot en el Parlamento catalán para dar estabilidad al nuevo Gobierno. ¿Ese acuerdo se hará extensivo a los ayuntamientos? Cabe recordar que en el Consistorio barcelonés la CUP ha votado en varias ocasiones con PSC y BCNComú, por ejemplo con ocasión de la investidura de Ada Colau.