El futuro político de Artur Mas dependen de unos 3.500 militantes y simpatizantes de un partido antisistema. Un partido que, en campaña electoral, prometió por activa y por pasiva no investir president al líder de CDC. Estos 3.500 jueces de Mas están ahora mismo debatiendo, en la asamblea de la CUP en Sabadell. Y si su veredicto es de culpabilidad, Mas puede perderlo casi todo.
Si la CUP no da su aval a Artur Mas, este se verá casi con toda seguridad obligado a volver a convocar elecciones. El plazo se agota el 9 de enero, tres meses después de la primera sesión de investidura. Y es más que improbable que Junts pel Sí pueda encontrar un socio alternativo en tan pocos días. De momento, el PSC ya ha advertido de que no cuenten con ellos. Ni siquiera en el supuesto de que JxSí renunciase a su hoja de ruta independentista.
ERC es ahora predominante
Si hay nuevas elecciones, Mas se enfrentaría a mayores dificultades que antes del 27S. Si entonces convenció a ERC para que aceptara formar una lista conjunta, parece complicado que los republicanos, que superaron a CDC en las urnas hace sólo una semana, quisieran repetir la experiencia. O, en todo caso, que quisieran repetirla con el papel subordinado que asumieron el 27S.
En cualquiera de los escenarios, las posibilidades de Mas de volver a ser president decrecen aun más. Si se presentara en separado con CDC, y a la vista de los últimos resultados y encuestas, no está nada claro que consiguiera ganar los comicios. Ni siquiera está claro que fuera la principal fuerza del soberanismo. Y, en el caso de que ERC aceptara repetir el artefacto de JxSí, es más que probable que exigiera el papel hegemónico en la coalición.
La salida 'honorable'
De hecho, y en esta situación, la salida más honorable para Mas sería simplemente la dimisión y el abandono de la primera línea política. Pero esto le haría perder su aforamiento. Y Mas se enfrenta a dificultades judiciales inminentes: incluso dejando de lado las posibles repercusiones de las investigaciones sobre presunta corrupción en CDC, no hay que olvidar que Mas está imputado por organizar la consulta del 9N.
Ítem más: Artur Mas perdería su salario actual. Y no parece que tenga demasiadas posibilidades de ser recolocado en alguna gran empresa, al modo de tantos ex presidentes. Fundamentalmente, porque las grandes compañías catalanas y españolas están en su mayoría en contra del proyecto independentista que ha estado encabezando Mas estos años. Sólo la farmacéutica del soberanista Víctor Grífols pareció ofrecerle una salida, en una suerte de exilio en su filial de Canadá. Aqunque luego la empresa negó este extremo.
Un panorama sombrío, el de Mas, si no logra ser investido. Y la decisión la tienen poco más de 3.500 antisistema.