Evolución del voto de CiU.

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Política

Convergència languidece y se aferra a la investidura de Mas

21 diciembre, 2015 16:57

En los próximos días se sabrá si, definitivamente, Convergència es un partido en vías de extinción. Los resultados obtenidos ayer en las elecciones generales, en las que la formación apoyada por Artur Mas se ha quedado con ocho escaños frente a los 16 obtenidos en 2011, confirma un ciclo electoral adverso en el que los convergentes han perdido más de medio millón de votos. La excusa, de nuevo, es el “juego sucio” del Estado y el hecho de que UDC –que con solo 64.726 votos se ha quedado sin representación en el Congreso-- se presentara en solitario.

Sin embargo, hace tiempo que Convergència es un partido en crisis. Lleva tres meses intentando convencer a la CUP de que nombre a su líder, Artur Mas, presidente del Ejecutivo catalán, pero los casos de corrupción que salpican al partido, los recortes y su liberalismo son obstáculos difícilmente salvables. Pero el auge de la izquierda radical que representa En Comú Podem, así como el hecho de que ERC haya triplicado el número de diputados en estos comicios, son señales de que el futuro del liderazgo soberanista ha cambiado de manos.

Pérdida de influencia en Madrid

Lejos quedan las mayorías absolutas de los años noventa y, más recientemente, los 1,2 millones de votos obtenidos en las elecciones autonómicas de 2010, así como la capacidad de ser influyentes en Madrid. Ahora, el pulso secesionista está en manos de los republicanos, que ya hacen guiños a los podemitas para impulsar un referéndum, mientras que Convergència intenta digerir su sangría de votos y que la lista transversal con la que acudió a los comicios autonómicos del 27S --en la que CDC y ERC obtuvieron 1,6 millones de votos-- no volverá a repetirse. 

A Artur Mas solo le queda encomendarse al apoyo de la CUP para ser investido presidente, pero los antisistema advirtieron, tras conocer los resultados de las generales, que es necesario buscar un candidato alternativo. Las negociaciones concluyen mañana y el escenario es, para los convergentes, más incierto que nunca.