Las alcaldesas de Madrid y Barcelona, Manuela Carmena y Ada Colau, son las líderes –una más que otra– del movimiento de la izquierda de "confluencia" en los ayuntamientos, en los que irrumpieron con la intención de aportar nuevas formas y nuevas ideas. Algunas de las cuales, que como mínimo cabe calificar de sorprendentes, han sido consideradas poco menos que como disparates por propios y extraños. Y que han dado munición a sus adversarios políticos.
Esta misma semana, el jueves, Carmena sugirió, en un encuentro con grandes capitales mundiales en el marco de la Cumbre del Clima, una curiosa campaña de concienciación sobre la limpieza de las ciudades. Organizar un concurso infantil de recogida de "colillas o papeles", con "premios" para quienes más recojan. Para concienciar sobre "ese terrible problema que es el de las colillas", según afirmó.
Carmena y sus brigadas informales de limpieza
Las palabras de Carmena fueron recibidas con hilaridad por sus adversarios políticos. Pero incluso desde el propio Ayuntamiento de Madrid se dieron prisa en matizarlas, afirmando que se trataba de una idea en abstracto, y no de un plan concreto.
Esta no es ni mucho menos la única ocurrencia sorprendente de Carmena. Debutó –también en relación a la limpieza de las calles por espontáneos–, con la idea de que los universitarios formaran un "servicio social de trabajo" para limpiar los "grandes acontecimientos juveniles". Léase, botellones. "A lo mejor no está mal que durante dos o tres meses una persona sea barrendero ocasional", expresó entonces.
Museos por botellones
También sobre botellones, recientemente propuso condonar las multas por beber alcohol en el espacio público a los ciudadanos que demuestren que practican ocio sano, cultural y no alcohólico. Como visitar museos o practicar deporte.
Aun hay más de lo que sus críticos han denominado carmenadas. El mes pasado lanzó la idea de crear aparcamientos disuasorios sólo para mujeres. "Para que pudiéramos aprovechar para hacer algo, rentabilizar el tiempo".
Y eso no es todo. También sugirió cambiar los colores de los coches patrulla de la policía municipal, que pasarían del casi universalmente policial azul y blanco a una combinación de amarillo y blanco. "Para que se vean mejor", argumentó la alcaldesa. A lo que, desde su policía, se respondió que a menudo el objetivo es precisamente pasar desapercibido y no alertar a los delincuentes desde lejos.
Colau, su moneda y sus WC
Aunque ni mucho menos tan llamativas como las de Carmena, y en menor número, Colau también ha lanzado propuestas –y ha llevado a cabo iniciativas– controvertidas. No ha hecho realidad una de sus ideas más criticadas, crear una moneda local para Barcelona. No renuncia a ello. Pero el Ayuntamiento sí se ha esforzado en matizar –y hacer pedagogía–, argumentando que la iniciativa no es gratuita, sino que pretende favorecer al comercio local. Sí parece haber renunciado a su plan inicial de que los funcionarios municipales cobren parte de su salario en esta moneda, además de matizar que sería una moneda exclusivamente digital.
Sí llevó a cabo el Ayuntamiento –como prueba piloto– la instalación de urinarios portátiles, como los que se usan en fiestas mayores, festivales musicales y otros eventos. El consistorio los instaló este verano, en número de seis, y en el turísticamente saturado distrito de Ciutat Vella. Una medida que el Ayuntamiento defendió como efectiva para evitar la siempre molestas presencia de orines en los suelos y fachadas de las calles. No pensaron lo mismo la oposición y parte de la opinión pública. Entre otras cosas porque algunos de estos urinarios eran abiertos –solo aptos para hombres, en principio–, y no en forma de cabina cerrada.
También fue criticada –aunque otros la alabaron– su propuesta "no policial" para hacer frente al problema de los vendedores del top manta. Colau propuso que los manteros se acogieran a proyectos de inserción laboral. Y puso el ejemplo de que podrían recoger chatarra de forma legal, lo que fue la base de las críticas.
La invitación al "solsticio"
Igualmente polémica ha sido la Navidad del Ayuntamiento. Recibió críticas que la web del consistorio invitara a celebrar "el solsticio de invierno". Un punto de laicismo que tampoco fue absoluto –como presentaron algunos de sus críticos–, pues, aparte de esta invitación, la propia web navideña del Ayuntamiento se refiere sistemáticamente a estas fiestas tan señaladas con la palabra "Navidad".
Sí es notablemente laico el tradicional belén a las puertas del Ayuntamiento. Que este año tiene poco de tradicional, pues está ambientado en época contemporánea, y carece de signos religiosos externos. El único, y muy difuminado, una pareja de estética vagamente hipster que sostiene en los brazos a un bebé. Eso sí, el posible San José lleva barba.