El 'número cinco' de la lista de Democràcia i Llibertat (CDC) por Barcelona para el 20D, Miquel Puig, y el exconsejero de Economía y Finanzas de la Generalitat con el tripartito y exdirgiente del PSC (del que se escindió para fundar MES), Antoni Castells, han coincidido este lunes en admitir que Cataluña no puede ser independiente si no tiene reconocimiento internacional.
Así lo han señalado durante un debate celebrado en el Colegio de Economistas de Cataluña sobre la viabilidad económica y costes de transición de una Cataluña independiente, en el que ambos economistas --de marcado perfil soberanista--, en cambio, han disentido sobre los riesgos que conlleva el proyecto secesionista.
Puig: "Las cosas se han llevado muy bien"
Puig ha defendido que la consulta del 9N dio visibilidad internacional al "proceso" independentista y hasta el 27 de septiembre "las cosas se han llevado muy bien".
Ha considerado que "ahora es momento de rehacer filas y volver a un debate sereno", porque Cataluña sólo se independizará con un referéndum, no por desobediencia, porque los empresarios no desobedecerán la legalidad vigente.
Y ha insistido en que conseguir la independencia costará, y que se puede actuar en el límite de la legalidad vigente, pero no se puede romper la legalidad vigente.
La independencia no puede ser unilateral
Para Puig, la independencia sólo puede ser ordenada porque no puede ser unilateral, ya que la independencia solo se produce cuando un país es reconocido internacionalmente, y que sea ordenada interesa a las multinacionales presentes en Cataluña, interesa a los acreedores de España para maximizar las posibilidades de recuperar su deuda, e interesa a la UE para impedir la desestabilización del euro.
"Puede haber dificultades antes de firmar el acuerdo, seguramente no será fácil y no será rápido --ha hablado de incluso décadas--, pero habrá acuerdo, y entonces no habrá costes de transición", ha sostenido.
Castells: no es el momento de desconectar
El exconsejero del PSC y catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona, Antoni Castells, ha reivindicado que todavía "no es el momento de desconectar" del resto de España porque no se conseguirá, y ha apuntado que en las elecciones catalanas del 27 de septiembre se ha visto que no hay la mayoría suficiente de ciudadanos para ir directos hacia la independencia.
Ha pronosticado que desde el Estado sólo negociarán cuando el coste de no hacerlo sea insoportable, y que "es una carrera de resistencia, no de velocidad, y ganará quien demuestre mayor voluntad negociadora --haya o no finalmente negociación--".
Ha lamentado que, tras las elecciones catalanas de 2012, cuando se decidió realizar un referéndum, Cataluña inició una vía de acciones unilaterales que ha llevado a la situación actual: "No seremos independientes unilateralmente, pero tendremos todas las consecuencias negativas".
"Las consecuencias económicas del conflicto"
Castells ha matizado que puede llegar un momento en que se deban tomar decisiones unilaterales, pero se deben cumplir dos requisitos: "Un amplísimo seguimiento interno y un razonable reconocimiento externo, si no, son un brindis al sol".
Asimismo, ha alertado de que se dedica muy poco tiempo a pensar las fórmulas y garantías deseadas para una nueva organización de Cataluña, y se deberá acabar poniendo encima de la mesa o Cataluña corre el riesgo de "acabar aceptando un acuerdo de mínimos pensando que es la maravilla de las maravillas", como ha pasado otras veces en el pasado, ha señalado.
Ha afirmado que una Cataluña independiente "por supuesto que es viable económicamente, pero la cuestión son las consecuencias económicas del conflicto político" --acabe o no en independencia--, que ha visto evidentes e innegables, aunque algunos las minimicen y otros las maximicen.
"Proceso civilizado no amistoso"
"Es un error minimizar las consecuencias económicas del conflicto político porque la gente debe luchar por lo que cree sabiendo a lo que se enfrenta", ha sostenido, y ha aseverado que Cataluña simplemente no se puede permitir quedar fuera de la UE.
De todas formas, ha añadido que esto no quiere decir que Cataluña sea rehén del veto de España, sino que puede optar por un "proceso civilizado, no amistoso porque ningún Estado acepta fácilmente que una parte de su territorio se separe".