El próximo gobierno de la Generalitat va para largo, y todo apunta a que no se formará –si se llega a formar– hasta después de las elecciones generales del 20 de diciembre. Esta es la convicción creciente en los ambientes políticos catalanes, y la confirman los últimas posicionamientos de los dos actores en liza, Junts pel sí -la lista conjunta para el 27S de CDC, ERC y las entidades soberanistas- y la CUP.
"Prefiero que vaya lento y termine bien", ha declarado este viernes el presidente de la Generalitat y de CDC, Artur Mas, refiriéndose a los contactos con la CUP. "Yo entiendo que haya gente que tiene prisa, pero es que ahora todo va en serio", ha afirmado el mismo día el cabeza de lista de la CUP, Antonio Baños. Y no son solo palabras.
El principal escollo para que la formación de la izquierda alternativa posibilite la investidura de Mas, la persona del propio Mas, sigue presente. También este viernes, el diputado electo cupaire por Girona Benet Salelles ha reafirmado el 'no' a investir al líder de CDC de la forma más clara posible. "No habrá un Artur Mas president investido por la CUP", ha proclamado en TV3. Salellas ha señalado que su partido no puede investir a alguien con el "perfil neoliberal" de Mas, y se ha exclamado: "No puedo creer que no podamos tener otra persona".
Mas recuerda que él es el candidato
Pero en Junts pel sí –al menos, oficialmente– no se contempla ningún otro candidato. Y el propio interesado, Mas, no tiene ninguna intención de dar un paso a un lado. "Junts pel Sí dijo antes de las elecciones que yo era su candidato", ha recordado este viernes, para contrarrestar el hecho de que la CUP también prometió antes de los comicios que no investirían a Mas. "Es la misma legitimidad, la única diferencia son los votos que cada uno ha logrado en las urnas", ha señalado, recordando los 1,6 millones de su lista y los 300.000 de la CUP el 27S.
Pero aunque sigue el bloqueo sobre la figura de Mas, las partes siguen negociando. Por parte cupaire se insiste –lo acaba de repetir Baños– en su mantra de que antes de decidir el "quién" hay que alcanzar un acuerdo sobre "el qué, el cómo y el cuándo". Una consigna que Mas está intentando volver del revés, en su última táctica negociadora.
"Si no es importante el quién, hagamos como dice la CUP y dejémoslo al margen", ha pedido. En este sentido, ha señalado a sus interlocutores cupaires que posibilitar una investidura no significa necesariamente avalar un programa de gobierno. "No se pacta un programa electoral. Se puede investir a un presidente y después no comprometerse a nada. Puedes investirlo y al día siguiente colocarte en la oposición", ha afirmado.
Baños: "Saldrá bien"
Esta posición choca frontalmente –al menos, de momento– con la postura de la CUP, que pretende fijar una serie de lineas maestras –sean de máximos o de mínimos– en la hoja de ruta independentista del próximo Govern. Pero, a la vez, el propio Baños ha dado un claro mensaje de tranquilidad a la parroquia independentista. "Saldrá bien, todos somos independentistas y queremos la república", espetó a los asistentes a la concentración ante el TSJC del pasado martes.
"Dejadnos todos trabajar tranquilos y saldrá bien", añadió Baños ese día. Y este viernes ha pedido la misma tranquilidad. Ha señalado que hay tiempo hasta el 9 de enero para investir a un presidente, y ha asegurado que los contactos aun no están ni siquiera en la fase de negociaciones, sino solo de "conversaciones". "No estamos negociando nada, no hay ninguna transacción", ha señalado. "Cuando empecemos a negociar ya lo diremos", ha precisado.
Tampoco Mas muestra ninguna prisa. "Lo mejor sería lo más rápido y que saliera bien, la segunda opción es que vaya lento pero que salga bien y la peor sería que vaya lento o rápido, pero salga mal. Si no hay más remedio prefiero que vaya lento y termine bien", ha afirmado, recordando también que el plazo no expira hasta el 9 de enero.
A la espera de las generales
Con estas posiciones de ambos protagonistas, un acuerdo veloz sería toda una sorpresa. Y a Junts pel sí le puede convenir esperar acontecimientos y ver quien ocupará La Moncloa antes de poner en marcha su hoja de ruta independentista. Porque, aunque cualquier próximo Gobierno rechazará la independencia, el grado de beligerancia puede tener muchos matices diferentes si sigue gobernando el PP, o si lo hace una coalición de PSOE y C's o incluso PSOE y Podemos.
En este sentido, esperar al 20D no parece una alternativa tan terrible para Junts pel sí. Además de que, hasta entonces, la presión sobre la CUP no puede hacer otra cosa que crecer. Tampoco parece inasumible para una CUP que confía en gestionar bien las presiones, y que ya en uno de sus lemas electorales prometía "ir despacio para llegar lejos".