El jurista Carles Fiñana es el hombre clave para hablar de delitos fiscales en Andorra. Dirige la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) del Principado desde 2010, aunque su relación con la justicia del país se remonta a principios de los años 90. Su trayectoria profesional discurrió primero por los pasillos de la Batllia (la equivalencia a los juzgados españoles) y después por la Fiscalía. Su reputación es reconocida a nivel internacional, aunque le ha aparecido una mancha por el origen de su domicilio en la localidad de Aldosa de La Massana.
El inmueble está vinculado con uno de los mayores escándalos también internacionales que sucedieron en el país, bautizado como Caballo de Troia en el Pirineo y Sunbird en Holanda, y que tiene como epicentro la inmobiliaria Hollandor.
Familia Van de Blunt
Por allí pasaban buena parte de los clientes de los Países Bajos o británicos, dos nacionalidades que se repiten en el Principado, para buscar su segunda residencia ideal y, de pasada, despreocuparse de todas las gestiones burocráticas que comporta el proceso. La colaboración de la Policía holandesa y la andorrana acabó con su gestor, Herman Blom, en la cárcel en 2013 al demostrarse que la principal ocupación de la empresa era el lavado de dinero de la mafia de ese país. Los agentes calculaban que llegó a blanquear 16 millones de euros.
Blom no trabajaba con cualquiera. Sus colaboradores estrechos en el Principado era la familia Van de Blunt, cuyo cabeza, Richard, moría tiroteado en febrero de 2008 en las puertas de un restaurante de Madrid en el que estaba celebrando su victoria en un juicio por un ajuste de cuentas. Vinculado al narcotráfico colombiano, se sospecha que fueron sus compatriotas quienes perpetraron el crimen al creer que era uno de los informadores de la administración para el control de drogas de EEUU, DEA por sus siglas en inglés.
Construcción de El Cortalet
El gestor inmobiliario limpiaba el dinero de los Van de Blunt a través de las promociones que intermediaba o, directamente, las que construía. Disponía de suficientes recursos para ejecutar un proyecto de esta magnitud, como el lujoso complejo El Cortalet de Aldosa, la actual residencia de Fiñana. El domicilio del jefe de la UIF, con el que Crónica Global ha intentado ponerse en contacto, es uno de los más grandes de la comunidad al unir dos inmuebles en uno.
Además de ejecutar la construcción, Blom se quedó la propiedad de varios pisos. Los controlaba directamente a través de Hollandor o mediante tres filiales en los que participaron los Van de Bunt: Montmalus SL, Base SL y Inconnex SL. El titular oficial de estas sociedades interpuestas es Alain Martinet, un ciudadano francés que trabajó en otros negocios del gestor encarcelado.
Tres pisos y plazas de aparcamiento
Andorra no tiene un Registro de la Propiedad público como el español. Las transacciones inmobiliarias en el país se controlan a través de los protocolos notariales. Con todo, Crónica Global ha podido acceder a las actas de reuniones de la comunidad de propiedades registradas en las agrupaciones de gestores en las que consta que Hollandor, Montmalus y Base controlaban la planta baja 1 del bloque C de El Cortalet, el 1º 3ª del bloque E y el 1º 1ª del bloque E, respectivamente. Inconnex, a su vez, era la propietaria de las plazas de aparcamiento número 19, 20 y 21.
En varias actas que van desde mayo de 1999 a marzo del 2000 Martinet delegó su voto en la junta de propietarios a dos personas, el hermano del narcotraficante, Eddy Van de Blunt, y a su mujer, Silvya Huigen, que también fue la representante de Hollandor y de una cuarta filial, Robi SL. De hecho, el matrimonio residía en 1º 3ª del bloque E y las autoridades saben que el narcotraficante fallecido residió en el complejo durante su estancia en el Principado.
Huida de Van de Bunt
Richard Van de Bunt casi es detenido en Andorra en el 2002. La Policía tenía una operación puesta en marcha pero consiguió huir en el último momento gracias a un chivatazo cuyo origen nunca se ha podido esclarecer. Saltó desde una de las ventanas del edificio de Aldosa y nunca regresó al Principado. En ese momento Viñana no residía en el complejo, pero se trasladó allí poco después.
Esta particular familia holandesa liquidó las sociedades con las que colaboraron con Blom entre 2012 y 2013, poco antes de su caída en desgracia.