La maquinaria de presión de CDC sigue operando para conseguir el imprescindible aval de la CUP para que Artur Mas siga en la presidencia de la Generalitat. Ya ha conseguido algunos primeros efectos visibles, en forma de dudas de destacados dirigentes cupaires. Pero desde CDC se trabaja también en otra vía, por si las negociaciones no dan el fruto que esperan los convergentes: concentrar las presiones en el eslabon a priori más débil de la cadena, el diputado electo de la CUP Julià de Jódar, para provocar un posible tamayazo.
En 2003, dos diputados del PSOE en la Asamblea de Madrid se alinearon con el PP para permitir la elección de Esperanza Aguirre como presidenta autonómica. Del nombre de uno de ellos, Eduardo Tamayo, se acuñó la expresión tamayazo, que ha pasado a ser sinónimo de transfuguismo en la vida política española. Y esta posibilidad es una de las que maneja la máquina convergente.
Según ha podido saber este medio de fuentes de las formaciones involucradas, el número 7 de la lista de la CUP por Barcelona y diputado electo, Julià de Jòdar, está siendo el blanco predilecto de las presiones hacia la CUP para que dé apoyo a Mas en la investidura. Con sus 62 diputados, y suponiendo una abstención cupaire, Junts pel sí, la lista de CDC, ERC y las entidades soberanistas, necesitaría dos votos extra para investir a Mas en segunda votación. Para ello, también estarían presionando a diputados electos de Catalunya sí que es pot, según estas mismas fuentes. Que precisan que no hay riesgo de que ningún integrante de la lista de ICV-EUiA y Podemos rompa la disciplina de voto.
Intelectual e independiente
Más posibilidades ven desde la órbita convergente en Julià de Jòdar. El diputado electo es un independiente, novelista de acreditada trayectoria, que en los anteriores comicios dio un apoyo simbólico a la CUP al cerrar su lista por Barcelona. Para el 27S se ha implicado mucho más, yendo en el número 7 y siendo el último representante cupaire elegido en esta circunscripción.
Por su carácter de intelectual e independiente -y quizás también por su edad, 72 años-, se considera a priori que es más difícilmente controlable por su partido. Además, Jòdar ha sido el primer cupaire de peso en dudar públicamente de la conveniencia de no investir a Mas.
"No caigamos en el sectarismo de clase y no demos carnaza al Estado: Mas es imputado por haber desobedecido el 9N y, en esto, es uno de los nuestros", escribió en la red social Twitter justo después de conocerse la imputación de Mas, y en el punto más álgido -hasta el momento- de las presiones del entorno convergente hacia la CUP.
La brecha de Jòdar
"Si la CUP empujó para hacer el 9N y Mas es imputado por llevarlo a cabo, ahora no lo dejaremos solo", añadió. "Conversaciones son conversaciones, pactos son pactos, y tratos son tratos, pero, ahora, Mas representa a la nación golpeada, y hay que defenderlo sin trabas", añadió aun.
En puridad, las afirmaciones de Jòdar no significan estrictamente un apoyo a la investidura de Mas. Pero sí pueden ser interpretadas como una brecha en el hasta ahora monolítico rechazo cupaire a investirlo. Y no es la única brecha.
Este jueves, el exdiputado de la CUP Quim Arrufat también ha apuntado a la posibilidad de acabar facilitando una nueva presidencia de Mas. Lo ha hecho con muchos matices, cuando ha dicho que si "CDC y Junts per sí se cierran en banda" y hacen "presión contra la CUP durante dos meses", al final estos cederan, "antes que hacer descarrilar el procés". Con matices, y denunciando presiones, pero dejando claro que "La CUP, antes que hacer descarrilar nada, estará al lado del proceso soberanista".
El escenario preferido de CDC
En este sentido, y antes que beneficiarse de un siempre incómodo transfuguismo, el mejor escenario para CDC es que la CUP ceda finalmente a la presión y decida facilitar la investidura de Mas. Ya sea por el bien del procés, ya sea por no aparecer ante la opinión pública independentista como los culpables de hacerlo fracasar, o por una mezcla de ambas motivaciones.
Si la CUP finalmente optara por esta vía, tiene una solución a su alcance que ya ha utilizado en otras ocasiones: que solo dos de sus diputados voten a favor de Mas, mientras el resto le dan una abstención "crítica". Como contrapartida, la formación de la izquierda alternativa debería obtener compromisos de Junts pel Sí en materia social, o de acelerar -o no ralentizar- el proyecto independentista. Por su carácter fuertemente asambleario, la militancia de la CUP debería aprobar previamente esta eventual decisión.