A la vista de que las interpretaciones contrapuestas sobre los Tratados europeos no permitían llegar a una conclusión clara, García Margallo echó mano de los datos sobre el efecto frontera en los nuevos estados.
Se trata de la cuantificación económica del establecimiento de fronteras y aranceles entre dos territorios en los que anteriormente no existían. Los ejemplos más claros en Europa son los de las antiguas repúblicas bálticas que aprovecharon el hundimiento del régimen comunista para separarse de la Unión Soviética.
Ejemplos inaplicables
Junqueras no quiso aceptar ninguno de esos casos por anticuados y por referirse a momentos en los que la economía rusa estaba en profunda crisis. El ministro de Exteriores le recordó entonces lo que sucedió en Checoslovaquia, un país que se partió en dos estados muy parecidos en todos los aspectos, cuyos intercambios comerciales cayeron un 66% a raíz de la separación.
El presidente de ERC considera que los consumidores se mueven por precio y calidad, por lo que una separación no influye en los flujos comerciales. Recordó entonces que para que España exporte a Europa --citó concretamente a Murcia-- tiene que pasar por Cataluña. Así que ni Cataluña querrá establecer aranceles ni tampoco a España le convendría hacerlo, dijo, dando a entender que de lo contrario los productos agrícolas levantinos tendrían más difícil acceder a sus mercados del norte.