La crisis de los refugiados amenaza con echar por tierra el Tratado de Senghen, el acuerdo que entró en vigor en 1995 con el que la Unión Europea reconoce la libre circulación de personas entre los países miembros.
Alemania ha sido el único país que ha comunicado a Bruselas su intención de controlar sus fronteras, lo que viene haciendo desde el domingo. Austria ha anunciado que también lo hará. Una iniciariva a la que en las últimas horas se ha sumado Eslovaquia. Pero tanto Holanda, como Bélgica y Francia no lo descartan si las circunstancias lo hacen necesario.
Un acuerdo difícil
Mientras los ministros del Interior de los 28 tratan de ponerse de acuerdo en cómo repartir las cuotas, incluso en si debe haberlas, Berlín, París y Luxemburgo ponen como requisito para entrar en el reparto un refuerzo de los controles exteriores en países como Grecia e Italia para evitar el colapso de las fronteras interiores por la llegada de refugiados.
Los ministros de Interior de la UE se han reunido este lunes en Bruselas para abordar la crisis de los refugiados y dar luz verde al primer programa de reubicación, que permitirá realojar en otros estados miembros al menos a 32.000 refugiados llegados a Italia y Grecia. España recibirá a 1.300 personas de este programa, para el que los 28 se han dado de plazo hasta diciembre para comprometer más plazas de acogida y alcanzar el objetivo de reubicar a 40.000 personas.
Segundo programa
También tratan de superar las diferencias que les enfrentan sobre un segundo plan propuesto por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y que pide reubicar a otros 120.000 refugiados en el mismo periodo.
Hungría ya ha dicho que no quiere formar parte, mientras que Reino Unido ha confirmado que hará uso de la salvaguarda que le permite no participar en este tipo de programas de reparto, una exención que también beneficia a Dinamarca e Irlanda, aunque Dublín sí se ha ofrecido.
Los controles se extienden
Alemania ya ha comenzado a aplicar controles internos, mientras que Austria lo ha anunciado. Klaas Dijhoff, secretario de Estado de Seguridad, Justicia e Inmigración holandés, ha avisado de que su país va a intensificar los controles en la frontera, pero ha matizado que no se trata del mismo procedimiento activado por Alemania, es decir, que no serán sistemáticos, sino una medida para examinar las "consecuencias" de una presión migratoria que, ha dicho, es "alta".
El secretario de Estado de Asilo y Migración de Bélgica, Theo Francken, ha asegurado que "no está en la agenda" del Gobierno reintroducir los controles en su frontera, aunque "vigila permanentemente" la situación. Hay que estar vigilantes ante el efecto dominó, dice, que podría provocar el cierre de otras fronteras.
El ministro de Exteriores francés, Bernard Cazeneuve, ha defendido la decisión de Berlín y ha asegurado que Francia está preparada por si tuviera que adoptar una medida similar en su frontera con Italia.