Hay una larga tradición en CDC de presentar cualquier ataque a su partido -y especialmente, cualquier investigación sobre presunta corrupción- como un ataque a Cataluña. Ya era así en los tiempos de Jordi Pujol y Banca Catalana. Y la estrategia de defensa convergente sigue siendo la misma, como ha quedado más que patente con las investigaciones de presuntas comisiones del 3% cobradas por CDC. Con el matiz de que ahora el partido presenta los ataques como dirigidos al procés.

La gran noticia política de estos días en Cataluña sigue siendo la investigación a CDC por cobrar presuntas comisiones irregulares, en lo que ya se conoce como caso del 3%. El pasado viernes, miembros de la Guardia Civil y de la Fiscalía Anticorrupción registraron la sede de la Fundació CatDem -vinculada a CDC- y el domicilio del tesorero del partido, Daniel Osácar. Y desde CDC -y su entorno- se respondió con su táctica habitual: indignarse y presentarse como víctimas.

CDC denuncia que se pretende "influir" en el electorado

"Perplejidad", "indignación" o "indefensión". Estas han sido algunas de las palabras que ha dedicado este lunes el coordinador general de CDC, Josep Rull, a la operación del viernes. "Hay quien busca entrar en la campaña con estos medios", ha afirmado. Y ha denunciado que la operación "buscaba más un espectáculo público que esclarecer la verdad", con el objetivo de "influir" en el ánimo del electorado de cara al 27S, para perjudicar las aspiraciones electorales de CDC.

El propio Rull se expresó en términos muy parecidos el mismo viernes, con la operación aun en marcha. También el viernes, el conseller de Presidencia, Francesc Homs, marcó a la prensa la linea a seguir, al quejarse repetidamente de que hubo medios que estaban avisados "el día antes" del registro, o al calificar la actuación de "acto de campaña electoral con voluntad de hacer daño".

Los medios compran la tesis 'convergente'

Y el caso es que la estrategia comunicativa de CDC, mover el acento de la presunta corrupción a una presunta maniobra contra el procés, tuvo un éxito razonable. Al menos, en los medios más próximos al partido, que le compraron rápidamente su tesis en los titulares del día siguiente. Así, Ara habló de "aparatoso y mediático registro", La Vanguardia sostuvo que la actuación "crispa la campaña", y el resto de medios catalanes como mínimo destacaron las quejas de CDC casi tanto como la presunta corrupción.

Esta forma de defensa de CDC difiere de la de la otros partidos en casos semejantes. Mientras lo habitual es minimizar las acusaciones e intentar pasar de puntillas por ellas, los convergentes prefieren darles dimensión -Rull ha dedicado casi la totalidad de su comparecencia de hoy a hablar de los hechos del viernes- y usarlas en su provecho. Y no es la primera vez.

Las informaciones de 2012 y el 'caso Banca Catalana'

De una forma parecida reaccionaron CDC y su entorno en la víspera de las anteriores elecciones autonómicas, en 2012. Entonces aparecieron informaciones en la prensa sobre presuntas cuentas en el extranjero de Mas y Pujol. El ex president respondió hablando de "utilización innoble del aparato del Estado", y Mas denunció un ataque para impedir "una victoria rotunda" de CiU en los comicios.

En 2012, de hecho, Pujol rememoró el caso Banca Catalana, cuando en 1984 la fiscalía presentó una querella contra él y otros ex directivos de la entidad. Entonces, unas 50.000 personas se manifestaron ante el Parlament en "desagravio" a Pujol por la querella, que el ex president calificó de "jugada indigna". La querella se desestimó posteriormente. Pero al menos algunas sospechas sobre Pujol eran fundadas: en 2014, confesó haber mantenido una cantidad millonaria oculta en el extranjero desde los años 80.