Una de las consecuencias más contundentes de la confesión de Jordi Pujol de hace un año ha sido la aceleración del proceso de liquidación de CDC. En los últimos tiempos, los escándalos de corrupción asociados al partido fundado por Pujol -especialmente el 'caso Palau de la Música', que obligó a CDC a ofrecer su sede central para cubrir una fianza judicial multimillonaria- estaban poniendo en riesgo su viabilidad futura.
De hecho, en marzo de 2013, Oriol Pujol tuvo que dimitir como secretario general de CDC por su implicación en el 'caso de las ITV'. Pero la admisión por parte del padre del nacionalismo catalán contemporáneo de que había estado durante más de tres décadas escondiendo a hacienda una fortuna en el extranjero llevó a Artur Mas a tomar una decisión definitiva: había que soltar lastre desmarcándose del pasado.
Un proceso de "refundación"
Tan solo dos días depués de la 'bomba' de Pujol, el entonces secretario de Organización del partido, Josep Rull, se apresuró a anunciar que CDC iniciaría de forma inmediata un proceso de "refundación", "actualizando los valores y los principios fundacionales de la formación".
De momento, esa "refundación" no se ha producido, aunque hay algunos detalles que demuestran la incomodidad del partido con su propia historia. En ese sentido, CDC ha decidido abandonar el Hotel Majestic como lugar de celebración de los resultados en las noches electorales. Y prepara el traslado a otra sede, tras vender el local en el que se ubicaba su sede central.
CDC esconde sus siglas
Más significativo ha sido el cambio de logo. Desde septiembre el partido utiliza la denominación de 'Convergents', en vez de la tradicional de CDC. Incluso la URL cdc.cat redirecciona a convergents.cat.
Además, la elaboración de la candidatura conjunta con ERC bajo el nombre de 'Junts pel sí' de cara a las autonómicas del 27S le permitirá a CDC presentarse al electorado escondiendo sus siglas. De hecho, el propio Mas, después de la consulta independentista del 9N, ha hecho todo lo posible para contruir una lista "del" o "con" el presidente, con el objetivo de diluir la visualización de su propio partido. Todo apunta a que el final de CDC, tal y como se ha conocido desde 1974, tiene los días contados.