El presidente de la Generalidad, Artur Mas

El presidente de la Generalidad, Artur Mas

Política

Sin una alternativa a Mas

Las elecciones municipales y la negociación de los gobiernos municipales han representado un paréntesis. Este no ha llevado hacia una moderación del independentismo en general ni de Mas en particular. Hay una recomposición y una sibilina acentuación de la destrucción sanitaria.

8 junio, 2015 01:19

Las dos buenas noticias son que el desprestigio de Artur Mas crece y, por tanto, disminuye su expectativa de voto. Pero las dos malas son que no hay perspectivas de una mayoría alternativa, mientras que la voluntad aniquiladora por parte la Generalidad de la sanidad pública prosigue, sin que tampoco surja una alternativa, aunque sólo fuera programática. Sufriremos más tiempo del que ninguna persona normal quiere, ni de lo que pasaría en cualquier país con una comunicación social libre.

No hay ningún partido que vea con interés las elecciones del 27S. Incluso Ciudadanos y Podemos han frenado su entusiasmo. Datos recientes muestran que, como les pasa a algunos vinos, las dos formaciones emergidas envejecen más rápidamente de lo que quisieran. Lo hacen sin que particularmente Podemos haya mostrado cómo reaccionará ante el reto de tocar poder. Dentro de sólo un par de semanas al frente del Ayuntamiento de Barcelona podremos tener alguna idea, espero.

Ni argumentos para tertulias de televisión

Razonadamente, creo que lo que expongo es el panorama de fondo y determinante. Como siempre, se quiere esconder detrás de los continuados delirios antiinformativos de la Generalidad y de sus subvencionados corsarios. Una Generalidad repugnante, con dos partidos sin corazón ni sensibilidad, que continúan emitiendo humo con un "proceso" rancio, cada día más quimérico. Han fabricado unos pretendidos argumentos que ya ni sirven para las siempre ridículas tertulias radiofónicas o televisivas.

Todo ello da más miedo que alegría, llenándonos más de pena que de gloria. Se entiende que todo el mundo esté desconcertado. Es precisamente lo que el poder independentista quería conseguir.

El Gobierno puede perder y la oposición no ganar

Todo el mundo está agotado. Mas no tiene cabeza ni corazón. El hierro frío es más sensible que sus órganos mencionados. No queda nada claro que, objetivamente, su desaparición política no le fuera más aconsejada que su agónica continuidad. El único mérito que encuentro es que personas muy cercanas a Mas hablan más que nunca antes. Es muy seguro que se repetirá una previsión de Churchill: los gobiernos pueden perder las elecciones pero las oposiciones nunca las ganan. En Cataluña esto está particularmente asegurado porque todos los muchos oponentes de Mas van en orden disperso (es decir, en desorden), sin ganas de superarlo.

Estamos en un caso grave de este paradigma. La opinión pública lo percibe. No basta con que CDC (junto a ERC) no alcancen una mayoría parlamentaria, sino que hay que disponer de otra, a la que no le veo ni los cimientos. De otro modo, vamos, para después del 27S, a un gobierno minoritario de CDC y ERC. Me echo a temblar. Sólo un tonto puede dejar de ver que estos dos partidos están en el origen de nuestros peores males. Ambos han pasado el Rubicón. Son capaces de destrozar por completo la sociedad catalana sin ningún pudor, como lo han estado haciendo con la sanidad pública.

Mas, el antirreformador

Estos no son sólo políticos sino de auténtica destrucción social. Ellos mismos la confiesan con un descaro y un aventurismo estremecedores. El propio Mas se ha literalmente chuleado, en público, de todo el catalanismo político desde la Renaixença hasta la actualidad, ridiculizando que, en efecto, grandes prohombres como Prat de la Riba y Cambó fueran "sólo" reformadores. ¿Qué diantre ha reformado Mas? Él, como Jordi Pujol, ha sido un inmenso destructor social.

Hasta ahora, algunos tendíamos a creer que la bajada electoral de CDC -que continúa- sería paralela a una subida de ERC. Por tanto, esta hurgaría y encontraría maneras de desplazar a CDC. Ahora ERC ha parado de crecer -como es justo que así sea- instalándose en su cinismo y en su doble juego. Todo puede quedar más ralentizado. Podemos pasar de una tortura inquisitorial a otra china, más lenta.

Hace falta la derrota de Mas

No importa lo que digan, pero por ahora los dos partidos independentistas siguen enrocados en su malévola política de destrucción sanitaria, amparados sólo por la bandera estelada. Es un caso extremo de maldad: prefieren que muchos catalanes estén imposibilitados o muertos, a que estén sanos y vivos. De otro modo, ¿qué pasó en 2012 con aumento oficial (oficialísimo, pero silenciado) de la mortalidad en un 5,3 por ciento? Quien lo entienda que lo compre.

Pronto intentaré exponer que la voluntad destructora de la sanidad púbica, por parte de Mas, es más fuerte que nunca. También es fuerte, por desgracia, la complacencia de muchos de los contrarios a aquella destrucción, al creer que el tema está parado. De eso, nada de nada.

Como otro telón de fondo, Mas se puede sacar otro conejo de la chistera, el de la negación con "Madrit". Esto ya hace tiempo que ha dejado de ser aceptable. Él quiso y mantiene un enfrentamiento absurdo e innecesario. Lo antes posible, el propio Mas ha de pagar personalmente las consecuencias. No puede ser que después del aventurero Mas se dé paso al aventurero Pepito o Quimet.

Ahora bien, nunca puede haber ninguna victoria si antes no hay una estrategia para alcanzarla, que es como estamos ahora.