Los nuevos estatutos del Hospital Clínico de Barcelona (HCB) no lo privatizan formalmente. Pero, ay, hacen todo lo posible para que el propio Clínico "se" privatice. La Generalidad y el poder clánico del Clínico, no actúan nada sutilmente, pero muchos partidos y sindicatos no se enteran o lo hacen ver. Algunas asociaciones teóricamente interesadas en sanidad no hablan de ello. Como les pasa a los gansos con las habas, el embocado forzado de subvenciones no las deja decir nada. En cuanto a la Generalidad, aquí, en Reus y de hecho en toda Cataluña, es cómplice necesaria y activa, además de obrar con gusto y ganas, al ser la madre de unos huevos bien podridos.
Respecto a la privatización del Clínico, uso la semánticamente vacía partícula pasiva refleja "se" con intención en realidad clarificadora, porque se tiran piedras y esconden las dos manos.
La Generalidad y el clan de poder del Clínico quisieran liquidar ahora mismo aquel hospital como ente público, a pesar de que es como nació, por antonomasia, y como fue transferido a un ente público, dicho Generalidad de Cataluña.
Pero hoy esta institución se ha entregado a sí misma a poderes privados, en particular al todopoderoso "sector de negocios sanitarios de CDC". Los recientes y poco difundidos estatutos del Clínico no lo desmienten. Por el contrario, lo confirman. Lo hacen de forma complicada pero indiscutible. Habrá que hablar bastante de ello.
Consorcio con muchas funciones delegadas
En la cúpula del futuro consorcio habrá una mayoría de la Generalidad pero muchas funciones primordiales son delegadas al órgano gestor, en manos de Piqué. Esto puede suceder cuando un gobierno se quiere comer el poder legislativo. Así, no queda nada claro que el Clínico no pueda subcontratar actividad asistencial privada, a pesar de lo que más adelante se expondrá. De hecho el poder supremo, con una mayoría teórica de la Generalidad puede ser modificado, en la práctica, desde la dirección corporativa.
A nivel médico los médicos seguidores de Piqué y una enfermería también dominada por él, son los poderes dominantes. Como es notorio, en el Clínico hay lo que los franceses llaman unos "sindicatos de la casa" ("syndicats maison") totalmente adictos a Piqué. Este, se puede considerar el padre. Muchos médicos firmaron su contrato en los locales del casi obligado "syndicat maison", al tiempo que ingresaban en aquel inefable sindicato. Hay un sindicalismo del también llamado "a la búlgara". A cambio de esta domesticación sindical, los sindicatos de médicos y los de enfermeras digamos "amigos" son los que, según los singulares estatutos expuestos, serán los que escogerán el director médico y la directora (normalmente es del género femenino) de enfermería.
Informe aún sin presentar
Veremos qué dice de todo esto el informe que ya debería haber presentado al Parlamento autonómico la Consejería de Salud. Fuentes de esta me dicen que en el Clínico habría hoy unas doscientas camas cerradas. Además, me precisan que es falso que BarnaClínic atienda mayoritariamente a pacientes extranjeros ricos. En realidad, la mayoría de personas atendidas en este hospital privado, del que tanto pueden cobrar médicos esencialmente fieles a Piqué, proceden de la propia Cataluña. Son del orden de un 60 por ciento.
Los procedentes del extranjero representan solo un 20 por ciento, mientras que otro 20 por ciento proviene del resto de España. Vamos, que el área médicamente desvalida es Cataluña. ¿De quién es la culpa, diría un bobo?
BarnaClínic, favorecida por los recortes
Lo que más favorece a BarnaClínic es el mal funcionamiento de la sanidad pública, debido a los recortes de la Generalidad, contra las que Piqué no ha dicho nada y que acreditan las 200 camas cerradas del propio Clínico. Es un ejemplo elemental de lo que en Teoría Económica recibe el nombre de bienes suplementarios, antitético al concepto de bienes complementarios. Es como si la Coca-Cola pudiera hacer daño a la Pepsi-Cola, para así beneficiarse de ello la citada en primer lugar. Todo es una locura insolente.
Ahora bien, respecto a todo ello también hay matices más bien tranquilizadores en el corto plazo, como los que revela una revista médica, respecto al aplazamiento de la entrada en vigor de la actividad médica privada en centros públicos catalanes . Sin embargo, no hay que distraerse. Las presuntas victorias tácticas pueden tapar derrotas estratégicas. Hoy más que ayer, no creo que la Generalidad ceda en nada sustantivo, en particular respecto al Clínico. Si CDC impusiera los estatutos que expongo, y además alguna elección importante -como la del Ayuntamiento de Barcelona- su ofensiva estratégica sería de narices. Aquí ya nos conocemos todos.
Un singular Hospital Clínico
En todas o casi todas las CCAA, había un hospital de idéntico origen (público), de igual nombre y con unas mismas funciones. Todos ellos, menos el de aquí, fueron integrados en las correspondientes redes hospitalarias públicas autonómicas. Aquí no se hizo. El entonces consejero de Sanidad, Xavier Trias, hoy alcalde en funciones de Barcelona, debe saber un puñado de cosas al respecto. Al no poder hacerlo ahora, sitúan al Clínico en una posición en que sea posible efectuarlo tan pronto como "se" (nuevo uso de la vacía partícula) pueda. Yo podría ser más bobo pero no más claro.
En los estatutos que la Generalidad ha sometido a información pública, todos los miedos respecto a la ida hacia la privatización quedan, por un lado, reforzados, y, por otro lado enmascarados. El poder clánico y corporativo interno, creado por el director del Clínico, Josep Maria Piqué, queda reforzadísimo. Es curioso que, siendo muy de derechas, Piqué haya impuesto un lenguaje comparable al del socialismo autogestionario yugoslavo. Quebró mucho antes que su modelo territorial. Fui invitado oficial, por razones que no eran nada políticas, a la Yugoslavia comunista y ni sus "minders" (traductores gubernamentales, de hecho miembros de los servicios de inteligencia y comedores de coco) osaban defender la autogestión.
Corporativismo no autogestionario
Aquí el corporativismo no es comunista sino una pura entelequia artificiosa y a menudo ridícula creada por el gran ego de Piqué. No es nada serio ni utilitario, excepto por el clan dominante que, al serlo, compensa la sumisión acrítica a Piqué con sobresueldos fabulosos en la entidad privada interna BarnaClínic. Esto ahora no se cambia sino que se lustra. Queda reforzado con unos preocupantes estatutos de los que no se sabe si la versión difundida por la Generalidad es la definitiva.
En efecto, la Generalidad, junto con su fiel y singular aliado, Josep Maria Piqué, cien por cien identificado con CDC, no han cesado, ni cesarán nunca, en su retrógrado intento de privatizarlo, por no decir convertirlo en una finca suya. Ahora no han osado. Pero están creando una aparente confusión jurídica con la intención preeminente de convertirlo en privado, es decir a su servicio, como un cortijo está al servicio de su dueño.
Un cortijo, con dueño rural y todo
No uso la comparación frívolamente. Hace muchos años que definí la mentalidad de Pujol como la de amo rural. No sé ver de manera diferente a Josep Maria Piqué, bien acreditado con su conocido y ridículo abuso del inglés. Sus comunicados oficiales destinados a "everybody" no a todos, mientras cree que se debe tratar a las personas "one by one", no uno a uno, y paro, porque sus payasadas podrían llenar páginas y páginas . Esto, contrastaría con su autarquía gerencial y con su paternalismo instituido. Con tanta falsa modernidad podemos llegar al feudalismo, con su nobleza rural (después cortesana) y sus siervos de gleba, nunca considerados ciudadanos. La inclusión comparativa en uno u otro estamento puede depender de la identificación con Piqué, el cual a su vez, necesita el apoyo de un cuadro de CDC mucho más listo y preocupante, Jaume Aubia, eterno jefe de hecho del Colegio de Médicos de Barcelona.
En todo ello, encontramos una escandalosa voluntad de poder y de control social, así como deseo de enriquecimiento. Está aderezado por el uso de medios de comunicación social (La Vanguardia más que ningún otro) con fines de propaganda permanente y a raudales.
Mandar, más que querer curar
Es un mundo bastante retorcido y muy perseverante. Tiene más que ver con la necesidad de disfrutar de poder que con la mucho más noble función de curar, mejorando calidades de vida y sobre todo alargando esta.
Por parte de los políticos que son de la cuerda de Piqué, es decir la de CDC, ha habido el pecado de mala baba. Los políticos contrarios a CDC no se podían imaginar que pudiera haber tanta perseverancia en el deseo de más y más control social partidista (por parte de la Generalidad), al estilo que ya lograron con Innova. Manifiestamente fuerte en las Tierras del Ebro, bien rellenas de caciques. Allí el poder político y el médico están superpuestos, como en una pasta de las denominadas milhojas. CDC soñó en que fuera así toda Cataluña. Por ello, con Prat y la muy cara ayuda de la multinacional PricewaterhouseCoopers, se quiso convertir al modelo Innova (antes alabado hasta el ridículo) en el prototipo a imponer en toda Cataluña.
La aparición del consejero Mena y Mas
Me pregunto si la Generalidad no estuvo a punto de hacerlo, mientras que, en cambio, no tengo ninguna duda respecto a que todavía lo está intentando. El primer obstáculo fue un mi artículo, publicado el 25 de octubre de 2011. De lo contrario, ¿cuántos cientos de miles de catalanes podrían estar ahora llevando una prótesis de rodilla defectuosa o caducada desde que un modelo usado en un hospital del holding Innova fue comprado, después de que, como afirma, negro sobre blanco, un brillante auto judicial, el hoy imputado fabricante o gran vendedor fuera recibido por, afirma el magistrado competente, el "consejero Mena y el Presidente de la Generalidad, Artur Mas"?.
En el marco de estas realidades, cada día más afloradas, ¿qué no se puede temer que pase en el estratégico Clínico? Nació cien por ciento gracias al dinero de todos los ciudadanos y ahora puede pasar a convertirse -sin pagar un duro, más bien ganando muchos y muchos- en un singular cortijo de Josep Maria Piqué, al servicio del nefasto caos sanitario impuesto deliberadamente por Artur Mas y su "sector sanitario de CDC". La broma es un poco demasiado pesada.