Política

Las cuatro maneras de votar y el efecto encuesta

Mas cosecha sin pausa indicios de que la convocatoria prematura de elecciones fue un clamoroso error que lo parachuta antes de hora hacia un bonito despacho de ex president en el Paseo de Gracia.

3 mayo, 2015 12:32

El español vota tres veces antes de votar. Vota ante el televisor, con quien mantiene ácidas controversias. O en el coche, mientras escucha la radio. Suele ser ese un voto radical, un voto en contra, un "mecagüentó", una descarga de adrenalina, una tarascada, solitaria o en familia, a todo convencionalismo, una peineta compuesta por frustración acumulada.

La segunda vez vota en la barra del bar, con el aire campanudo de quien sienta cátedra, rey de la elocuencia y próstata de hierro. Inasequible al farfulleo. "Esto lo arreglo yo y tal". Editorialismo de papa brava, arenga de aceitazo y reflujo de orujo. Comidas de empresas con el gato por liebre. La tertulia. Casino castizo.

Luego están las encuestas, pero ahí no vota cualquiera. De hecho, ¿alguien conoce a alguien que haya participado en una encuesta? Aún se está por ver el testimonio, ni que sea bajo iniciales, de un ser humano que afirme haber respondido una vez en su vida a las ciento cuarenta preguntas que contienen de media los sondeos, entre valoraciones de políticos, recuerdo de voto, percepción de la economía y preferencias musicales.

Y ya al final está el acto crítico de votar, acción que implica unos esfuerzos que no todo el mundo está dispuesto a asumir. Es domingo, suele hacer buen tiempo o un tiempo de perros, lo cual desalienta a los tibios, a los que tienen segunda residencia, a los que no la tienen o a quienes ya se dan por satisfechos con haber votado de las formas antes descritas.

Entre una cosa y otra, las encuestas pueden acertar de pleno, pero su calidad científica es la de la estadística aplicada a las quinielas. La futurología no es una ciencia y menos aún exacta. Ejerce, eso sí, una enorme influencia, condiciona de forma profética y prescribe tendencias. Y dichas tendencias, según La Vanguardia, son que hay menos independentistas de lo que se decía hasta ahora, que CiU engorda a ERC y las CUP y que PP y PSC hacen lo propio con Ciudadanos. Podemos es Retrocedemos y el panorama para Mas es un drama.

A tres semanas de las municipales, en las que el cuadro general debiera ser parecido, el presidente de la Generalidad cosecha sin pausa indicios de que la convocatoria prematura de elecciones fue un clamoroso error que lo parachuta antes de hora hacia un bonito despacho de ex president en el Paseo de Gracia. Casanova, Rafael, también se murió en la cama y las regalías de los honorables son de sultanato.

No hay un político que no haya dicho al menos una vez en su carrera que la encuesta que cuenta es la del domingo de autos. Ni un político que no aparente relativizar los sondeos. Poses al margen, las encuestas son cada vez más volátiles porque la característica de los tiempos es que los acontecimientos se suceden más rápido que la transmisión de datos por computadora. A velocidad terminal, las fluctuaciones son constantes y en el caso catalán es prematuro aventurar el colapso del proceso, qué pasara de aquí en tres domingos y si habrá elecciones autonómicas el 27 de septiembre.