El adjunto al Síndic de Greuges y exdirigente de la Crida a la Solidaritat, Jordi Sànchez Picanyol (Barcelona, 1964), se perfila como principal favorito a sustituir a Carme Forcadell al frente de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) -cuyo mandato al frente de la entidad secesionista finaliza este mes de mayo-, según avanza este lunes el diario Ara.
De esta forma, quedarían descartados los nombres de Raül Romeva (exeurodiputado de ICV), Quim Torra (director del Borne Centro Cultural), Miquel Sellarès (exdirector de los Mossos d'Esquadra), Pere Pugès (exmilitante del PSAN y miembro del Secretariado de la ANC), Jaume Marfany (vicepresidente de la ANC), Eduardo Reyes (presidente de Súmate), Jordi Cabré Trias (exdirector general de Promoción y Cooperación Cultural de la Generalitat), Santiago Vidal (magistrado de la Audiencia Provincial de Barcelona suspendido por el CGPJ), Miquel Strubell (fundador de Sobirania i Progrés) y Agustí Alcoberro (exdirector del Museo de Historia de Cataluña, y cercano a ERC), que en algún momento habían sonado para relevar a Forcadell.
Uno de los principales dirigentes de La Crida
Sànchez (que cambió su apellido original, que era el de Sánchez) es profesor de Ciencia Política en la Universidad de Barcelona (UB), ha estado vinculado durante años a ICV y fue uno de los líderes más activos de la 'Crida a la solidaritat en defensa de la llengua, la cultura i la nació catalanes' (conocida también como 'La Crida'), junto a Àngel Colom, en la que permaneció hasta su disolución.
La Crida fue una organización radical independentista que operó entre 1981 y 1993 y que, con la excusa de promover la lengua catalana, llevó a cabo todo tipo de actos en contra del uso del castellano en Cataluña, exigiendo incluso suprimir su oficialidad.
Vinculación con Terra Lliure y HB
La Crida realizó innumerables boicots tanto a instituciones públicas como a empresas privadas y destacó el carácter violento de muchas de sus manifestaciones, algunas de las cuales fueron organizadas junto al Moviment de Defensa de la Terra (brazo político de la organización terrorista Terra Lliure) y que solían terminar con disturbios frente a la policía, quema de contenedores y banderas de España, lanzamiento de cócteles molotov, gritos a favor de Terra Lliure, heridos y detenidos. En una ocasión, llegaron a incendiar una caseta electoral del PSC que se encontraron a su paso.
La Crida también colaboró con Herri Batasuna (posteriormente ilegalizada por formar parte del entramado de ETA), invitando a sus manifestaciones a líderes de la formación (y recibidos con gritos a favor de ETA), pidiendo el voto para HB en unas elecciones europeas (incluso después del atentado de Hipercor), y realizando un homenaje a Josu Muguruza. Fue tal la cercanía entre ambas organizaciones que la propia ETA se fijó en La Crida como referente para crear un grupo de presión callejera en el País Vasco, y posteriormente reclutó algún colaborador entre antiguos militantes de La Crida.
En mayo de 1988, el periodista de El País Albert Montagut (actual director de comunicación del F.C. Barcelona) destapó una trama para financiar La Crida mediante subvenciones de la Generalitat, utilizando como tapadera la Asociación Catalana de Vexilología, que supuestamente se dedicaba al estudio de las banderas. El entonces presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, defendió la idoneidad de las subvenciones, aunque aseguró desconocerlas.
Ascenso meteórico de Sànchez
En 1996, tres años después de la disolución de La Crida, Sànchez se incorporó como consejero de la Corporación Catalana de Radio y Televisión (predecesora de la CCMA), donde estuvo hasta 2004. También ha sido director de la Fundació Jaume Bofill entre 2001 y 2010.
En 2010, Rafael Ribó le fichó como su adjunto. Desde entonces, el Síndic de Greuges se ha caracterizado por hacer oídos sordos de las múltiples sentencias judiciales que ordenan a la Generalitat a restablecer el bilingüismo en el sistema educativo público de Cataluña.
Ahora, todo apunta a que Sànchez será el encargado de dirigir la principal entidad independentista en un momento en el que CDC y ERC han intensificado su discurso rupturista y han acordado una hoja de ruta con el objetivo de conseguir la secesión de Cataluña en 18 meses a partir de las elecciones autonómicas del 27S.